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SEXTA TESIS: LA TUMBA VACÍA

La clave para demostrar que la resurrección de Jesús fue un hecho real y verdadero en la historia es a través de descifrar el misterio de la tumba vacía y de las apariciones que se reportaron después de su muerte. Como reza el credo de los apóstoles «fue crucificado, muerto y sepultado», y tres días más tarde su cuerpo ya no estaba ahí. ¿Qué paso? ¿Dónde está el cuerpo? ¿Cómo explicar que a pesar de todas las medidas que tomaron las autoridades para garantizar la integridad de la tumba, su contenido haya desaparecido al tercer día? El Nuevo Testamento menciona varias apariciones del Señor después de haber abandonado su tumba. Algunas de ellas fueron encuentros personales como el que tuvo con Pedro, María Magdalena, Santiago y muy seguramente con su madre, y otros fueron a multitudes como cuando lo hizo ante un grupo de más de quinientos de sus seguidores . La Biblia no es la única fuente que nos habla de los testigos que vieron a Cristo vivo después de muerto, también lo hacen historiadores que vivieron en la época de Jesús como Josefo Flavio en su libro Antigüedades de los Judíos, o Cornelio Tácito en su obra Libros de anales desde la muerte del divino Augusto, o Cayo Plinio Cecilio Segundo en sus cartas al emperador Trajano, entre otros (en el capítulo anterior incluí la bibliografía correspondiente de estos historiadores y de otros más). Los testigos que afirmaron haber visto a Jesús vivo después de muerto hacen referencia a una persona de carne y hueso. Las apariciones no fueron simples «avistamientos», los que las atestiguaron hablan de «encuentros» donde hay una interacción, no simplemente que lo «vieron». En la primera aparición que fue a María Magdalena (Juan 20,11-18) ella sostiene una conversación con Él. En la segunda que fue a un grupo de mujeres (Mateo 28,8-10) ellas hablan con Él y hasta le abrazan los pies. En la tercera que fue a los caminantes de Emaús (Lucas 24,13-33), Él los acompaña en la jornada de once kilómetros de camino, les explica las escrituras y hasta come con ellos. En la cuarta que fue cuando estaban diez de los once apóstoles reunidos (Juan 20,19-22), Jesús les muestra sus heridas y también come con ellos. La quinta vuelve a ser con los apóstoles, pero esta vez estaba Tomás presente (Juan 20,26-29) y es cuando el Maestro le pide que meta el dedo en los agujeros que dejaron los clavos y la mano en la herida del costado. La sexta es a siete discípulos que estaban pescando en el mar de galilea y almuerza con ellos. A pesar de que todas estas apariciones de Jesús fueron en un cuerpo que había sufrido una «transformación» y que a los discípulos les tomó años entender (1 Corintios 15,38-57), seguía siendo el de una persona viva que se comunicaba, razonaba, caminaba y comía. A lo largo de la historia han surgido toda clase de teorías para tratar de explicar la tumba vacía, desde las más fantasiosas hasta las que podrían ser una explicación válida. Sin embargo, aquellos que han tratado de eludir el gran milagro, están enfrentados a la ardua tarea de adaptar «toda» la evidencia existente a cada una de ellas, de lo contrario deberán aceptar el hecho que no son consecuentes con los hechos. He resaltado la palabra «toda» ya que es importante señalar que la evidencia debe ser considerada como un todo. Una hipótesis cuyo soporte sea solo parte de los hechos, no puede ser nunca mejor a la que satisfaga todo el cúmulo de evidencias que se tiene. Veamos algunas de las teorías más populares que han tratado de explicar la tumba vacía como alternativa a la de la resurrección. • La teoría de la catalepsia: Esta posición —popularizada por un grupo heterodoxo de musulmanes llamado Comunidad Ahmadía — sostiene que Jesús no murió realmente en la cruz, sino que sufrió de catalepsia , y que despertó dentro de la tumba, pudiendo salir por sus propios medios para reunirse nuevamente con sus discípulos. La forma como encontró el discípulo amado las vendas (sudario) anula esta teoría (hablare en mayor profundidad respecto a este fundamental detalle más adelante), sumado a la imposibilidad que un solo hombre haya podido mover la pesada piedra, y peor aún, desde adentro. Igualmente, de haber sido esto lo que ocurrió, los soldados no habrían ido a donde los sumos sacerdotes a buscar una coartada que los pudiera librar del castigo que soportarían, si el gobernador se enteraba de la desaparición del cadáver. Adicionalmente a todo esto, en la cuarta evidencia de este capítulo presenté un informe médico que diagnostica la muerte del Jesús en la cruz. • La teoría de la alucinación: Esta teoría sostiene que todas las apariciones reportadas por los múltiples testigos del Maestro después de muerto se debieron a visiones producto del alto impacto emocional que significó su muerte para sus seguidores. Esta fue la propuesta presentada por el teólogo y orientalista francés Joseph Ernest Renan a finales del siglo XIX. Esta teoría se desvirtúa con el relato de los testigos mencionados anteriormente, donde queda claro que lo que los testigos reportaron fueron «encuentros» y no «avistamientos» del Maestro. • La teoría de la tumba equivocada: Esta teoría sostiene que las mujeres, quienes fueron las primeras en ir a visitar la tumba, se equivocaron y entraron a una cercana a la del Maestro que estaba vacía. Esta hipótesis fue muy difundida por el profesor del Nuevo Testamento Kirsopp Lake de la universidad de Oxford, a mediados del siglo pasado. Esta posición ignora completamente el hecho de las apariciones de Jesús después de muerto. Yo no soy de la clase de personas que explican experiencias «extrañas» como el producto de la actuación de un fantasma. Pero debo admitir que existen, ya que los apóstoles creyeron estar viendo uno, cuando en realidad era Jesús en otro de sus milagros: «Cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de miedo: —¡Es un fantasma!». En la Biblia el fantasma tiene una connotación negativa, asociado más a un demonio que a otra cosa . Si la tumba no hubiera estado vacía, significaría que las apariciones que atestiguaron quienes reclamaron haberlo visto vivo después de muerto, habrían sido las de un espíritu (fantasma), que es lo primero que pensaron los discípulos cuando el Maestro se les apareció por primera vez: «Estaban todavía hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo: —Paz a ustedes. Ellos se asustaron mucho, pensando que estaban viendo un espíritu. Pero Jesús les dijo: —¿Por qué están asustados? ¿Por qué tienen esas dudas en su corazón? Miren mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tóquenme y vean: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que tengo yo.» . Jesús quiso dejarles perfectamente claro que era Él en cuerpo, alma y divinidad, y por eso los invita a que lo toquen. Pero como seguían incrédulos a causa de la alegría y el asombro, el Maestro les pidió algo de comer y ellos le dieron un pedazo de pescado asado que se lo comió en su presencia. Es claro, entonces, que lo que ellos vieron no fue un espíritu, ni mucho menos un fantasma, ellos vieron a Jesús en cuerpo presente, todavía herido y con las lesiones que le causaron durante su flagelación y crucifixión. Otro argumento para desvirtuar esta hipótesis es que las mujeres conocían bien la tumba, ellas habían estado ahí por largo tiempo, tal y como lo narran los evangelios: «Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea, fueron y vieron el sepulcro, y se fijaron en cómo habían puesto el cuerpo.» y «Pero María Magdalena y la otra María se quedaron sentadas frente al sepulcro.» . • La versión del Corán: El islam tiene su propia versión de la tumba vacía y por tener tantos fieles esta religión, su versión ha llegado hasta nosotros y algunos la han adoptado. El Corán habla extensamente de Jesús. Su nombre aparece como Isa ibn-e-Maryam, lo que significa Jesús hijo de María. Su historia la empiezan a contar a partir de su abuela, quien dedicó a su hija al servicio del templo desde antes de su nacimiento. Según este libro, María siempre mostró signos de tener una relación extraordinaria con Dios. Todavía virgen, fue visitada por un ángel, quién le dijo que daría a luz a un hijo. Así, ella tuvo a Jesús cuando aún era virgen y en Él se dio el cumplimiento de varias profecías. Jesús creció en sabiduría, y finalmente fue elegido profeta de Dios, siendo denominado el Mesías de los judíos. Jesús comenzó a predicar y hacer muchos milagros. Curaba a los enfermos físicos y espirituales, y luchaba contra los falsos conceptos de los eruditos judíos de su tiempo. Finalmente fue flagelado, condenado a morir en una cruz, pero sobrevivió el terrible castigo. Fue sanado por sus apóstoles en secreto, para más tarde dirigirse a escondidas, hacia las tribus perdidas de Israel. Tarea que le fue encomendada por Dios. Su viaje continuó durante muchos años con el nombre Yuz Asaf o Yuzasaf, hasta que finalmente llegó a Cachemira, India, donde murió y fue enterrado a la edad de 120 años. En la actualidad existe un lugar apartado en las montañas del norte de la India, en medio del casco antiguo de la ciudad de Srinagar, donde hay una casa de pobre apariencia en la que descansan los restos de un supuesto profeta de nombre Yuz Asaf. Para ellos esta es la tumba de Jesús de Nazaret. Es visitada por muy pocos turistas. Adicionalmente a las argumentaciones anteriores, que desvirtúan las otras teorías, podemos agregar que después de la resurrección, el cuerpo de Jesús no siguió siendo el mismo ya que puede atravesar paredes. Esto les llamó enormemente la atención a los apóstoles, como era de esperarse, y por eso lo mencionan en los evangelios: «Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: —¡Paz a ustedes!» . Igualmente, no podemos olvidar que los discípulos lo vieron ascender a los cielos cuarenta días después de su resurrección: «Dicho esto, mientras ellos lo estaban mirando, Jesús fue levantado, y una nube lo envolvió y no lo volvieron a ver. Y mientras miraban fijamente al cielo, viendo cómo Jesús se alejaba, dos hombres vestidos de blanco se aparecieron junto a ellos y les dijeron: —Galileos, ¿por qué se han quedado mirando al cielo? Este mismo Jesús que estuvo entre ustedes y que ha sido llevado al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse allá.» . Sin haberme extendido en la refutación, estoy seguro de que es evidente cómo esas teorías encajan con «algunas» de las evidencias que existen, pero no con todas. A esta lista de posibles «alternativas» hace falta una que considero vale la pena rebatir en profundidad ya que se encuentra en los Evangelios: Mientras iban las mujeres, algunos soldados de la guardia llegaron a la ciudad y contaron a los jefes de los sacerdotes todo lo que había pasado. Estos jefes fueron a hablar con los ancianos, para ponerse de acuerdo con ellos. Y dieron mucho dinero a los soldados, a quienes advirtieron: —Ustedes digan que, durante la noche, mientras ustedes dormían, los discípulos de Jesús vinieron y robaron el cuerpo. Y si el gobernador se entera de esto, nosotros lo convenceremos, y a ustedes les evitaremos dificultades. Los soldados recibieron el dinero e hicieron lo que se les había dicho. Y ésta es la explicación que hasta el día de hoy circula entre los judíos. Mateo 28,11-15 (El énfasis es mío) Una tumba vacía no es prueba suficiente de una resurrección, pero si plantea un gran interrogante: ¿ese sepulcro vacío es una obra divina o humana? Jesús fue sepultado el viernes antes que oscureciera, ungido y amortajado, en la tumba que José de Arimatea facilitó, y cuando las mujeres fueron la mañana del domingo —a terminar los rituales que el afán del viernes no les permitió concluir— Él ya no estaba ahí. Esta realidad nos deja ante dos posibilidades: o alguien entró y sacó el cuerpo, o el salió por su propio poder. Si consideramos la primera posibilidad estamos ante un robo, es decir una obra humana, y si consideramos la segunda estamos ante una resurrección es decir una obra divina. Si fue un robo, entonces podemos preguntar ¿Quiénes entraron a esa tumba y sacaron el cuerpo? Como realmente podemos dividir en solo dos grupos a los posibles sospechosos: o fueron sus amigos o fueron sus enemigos La profanación de tumbas ha sido una mala práctica que ha existido desde siempre, llegando incluso hasta nuestros días. Recordemos que el terreno donde se hallaba la tumba de Jesús era para efectos prácticos territorio romano, sometido a sus leyes y caprichos, las cuales sancionaban severamente esas prácticas. La legislación de su época contemplaba la sanción de este delito con una multa entre cien mil y doscientos mil sestercios (moneda romana de bronce) . Para hacernos a la idea de cuánto dinero estamos hablando, los Anales de Tácito, libro I, capítulo 17.4 y 17.5, nos cuenta que, a los soldados del ejército del Rin, que se alzaron contra Tiberio, se les pagaban cuatro sestercios por día, de los cuales tenían que comprar, entre otras cosas, sus propios uniformes. También una tableta de escritura inglesa, fechada el año 75 d.C., registra la venta de un esclavo llamado Vegetus por la cantidad de dos mil cuatrocientos sestercios. Así que una multa de cien o doscientos mil sestercios era una suma exorbitante para quien se atreviera a profanar una sepultura. Ahora, nuevamente vale la pena recordar que no estamos ante una tumba cualquiera, ésta en particular tenía el sello del emperador que debía espantar a un malhechor que estuviera a la caza de objetos valiosos dentro de las tumbas. ¿Quién entonces se hubiera atrevido a tan siquiera acercarse a la piedra?

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