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TERCERA TESIS: LA GRAN EXPLOSIÓN CÁMBRICA

Según Stephen Jay Gould (paleontólogo y profesor de la Universidad de Harvard y codirector del Museo de Historia Natural de Nueva York), «la explosión cámbrica fue el evento más transcendental y enigmático en la historia de la vida».

Empecemos por explicar qué es el Cámbrico. Así como los humanos tenemos algunos nombres distintivos para las etapas de la vida («primera infancia», entre cero y cinco años; «infancia», entre seis y once; «adolescencia», entre doce y dieciocho; etc.), nuestro planeta también tiene nombres para las etapas de su existencia. Estas etapas se denominan «eras» y cada una de ellas se divide en periodos. El Cámbrico es un periodo que empezó hace 550 millones de años y tuvo una duración aproximada de 55 millones de años.

En nuestro planeta, existen muchos lugares donde se pueden apreciar visualmente casi todas las eras y sus respectivos periodos. En los cortes verticales de las montañas del Gran Cañón del Colorado, por ejemplo, las capas de distintos colores y grosores muestran una gran cantidad de cambios geológicos (periodos). Al norte de Gales, en el Reino Unido, se encuentra otro de estos lugares. Fue allí donde, justo después de haberse graduado de la Universidad de Cambridge, Charles Darwin vio por primera vez fósiles de animales complejos (con sistema nervioso, digestivo, circulatorio, motriz, reproductivo, etc.) que vivieron en el periodo cámbrico. Lo acompañó su maestro, el profesor Adam Sedgwick[1]. Al igual que los demás paleontólogos de su tiempo, el profesor Sedgwick estaba bastante familiarizado con este periodo y su abundancia de fósiles.

Hasta ese momento no se habían encontrado fósiles de periodos anteriores al Cámbrico. Todos los fósiles que se habían documentado eran de este periodo o de periodos posteriores, pero no anteriores. Esto intrigó a la comunidad científica por largo tiempo y Darwin no era la excepción. Ya que su teoría predecía que toda especie provenía de una anterior e inferior a ella, surgían varias preguntas. ¿Dónde estaban los fósiles de los antecesores de esa inmensa cantidad de criaturas del Cámbrico? ¿Dónde estaban los fósiles de los «experimentos» fallidos de la selección natural, los fósiles de aquellos organismos que no prosperaron como nuevas especies? Darwin escribió lo siguiente en su famoso libro, El origen de las especies: «A la pregunta de por qué no encontramos registros de estos vastos periodos primordiales, no puedo dar una respuesta satisfactoria».

Darwin era perfectamente consciente del problema que representaba esta explosión de vida que se registró en el Cámbrico. El 90 % de todas las familias de criaturas que alguna vez han habitado nuestro planeta apareció en este periodo, de ahí el término «explosión». La vida comenzó hace 3800 millones de años, cuando aparecieron los primeros organismos unicelulares.

Si convertimos esos 3800 millones de años en un día de veinticuatro horas, a las 0:00 horas aparecen los primeros organismos unicelulares. A las 6:00 a. m. siguen existiendo solamente estos organismos. A la 1:00 p. m., lo mismo. A las 6:00 p. m., lo mismo. Transcurren tres cuartas partes del día y en nuestro planeta solo existen, y han existido, organismos unicelulares. De pronto, a las 8:50 p. m. y en solo dos minutos (que corresponden al periodo cámbrico), aparecen todas las criaturas con sistemas nervioso, circulatorio, digestivo, reproductivo y respiratorio; que tienen cerebro, esqueleto, visión, etc., y que han mantenido su forma y sistemas iguales hasta el presente, ¡no han cambiado!

Menos de dos minutos de un día de mil cuatrocientos cuarenta minutos: así de repentina fue la explosión cámbrica. El 75 % del tiempo en que ha habido vida en la Tierra solo existieron organismos unicelulares. Después de eso, la vida compleja surgió repentinamente, sin las transiciones moderadas ni incrementales de las que habla la teoría de la evolución de Charles Darwin. Esto es lo que nos dice el registro fósil actual. Los nueve sistemas biológicos conocidos y existentes actualmente (muscular, nervioso, excretor, inmunitario, linfático, óseo, tegumentario, endocrino y reproductor) están presentes en los fósiles del Cámbrico. Es decir que el supuesto proceso evolutivo no ha generado ningún sistema nuevo después de este periodo (tampoco había generado ninguno antes).

Algo similar ocurre en periodos posteriores al Cámbrico. En estos periodos aparece el otro 10 % de las familias de animales, las cuales también surgen repentinamente (no se han hallado fósiles de las especies anteriores e inferiores que supuestamente les preceden). Estos animales están igualmente equipados con los mismos nueve sistemas enumerados anteriormente. Hasta el día de hoy, el registro fósil no da cuenta del árbol de la vida que dibujó Darwin, que tan diligentemente se incluye en todo libro de biología para los alumnos de grados avanzados. El registro fósil solamente muestra la punta final de las ramas, pero no el tronco ni sus brazos, ni mucho menos sus raíces.

«Variedad» no es lo mismo que «macroevolución». Ciertamente, con el paso del tiempo, han existido más razas de perros (variedad) que se han adecuado a diferentes geografías y climas (adaptación), pero el registro fósil encontrado es el del perro[2]. Hipotéticamente, se ha relacionado al perro con otras especies inferiores. Pero, repito, no hay registro fósil que corrobore la hipótesis. Los hallazgos fósiles muestran la aparición súbita de la especie, su estructura y forma de la especie han permanecido iguales con el paso del tiempo. Estos hallazgos dan apoyo al creacionismo. Se han encontrado fósiles de muchos animales que existen en la actualidad (fósiles de hace cien millones de años, incluso) que muestran poca o casi ninguna diferencia con los animales actuales.

Los biólogos contemporáneos de Darwin creían que la microevolución explicaba las similitudes entre ciertas especies (como en el caso de la gran variedad de pinzones, encontrados por Darwin en la isla Galápagos, que presentaban algunas diferencias entre ellos, principalmente en sus picos). Lo novedoso de la teoría de Darwin fue decir que toda la vida provenía de un ancestro común. La selección natural y el ancestro común fueron los pilares de la biología moderna y el árbol de la vida de Darwin se convirtió en un ícono de dicha ciencia. Estas ideas mantienen su vigencia hasta nuestros días, a pesar de la enorme evidencia en su contra. Darwin escribió en su libro:

Se presenta aquí otra dificultad análoga mucho más grave. Me refiero a la manera en que las especies pertenecientes a varios de los principales grupos del reino animal aparecen súbitamente en las rocas fosilíferas inferiores que se conocen. La mayor parte de las razones que me han convencido de que todas las especies vivientes del mismo grupo descienden de un solo progenitor se aplican con igual fuerza a las especies más antiguas conocidas. Por ejemplo: es indudable que todos los trilobites cámbricos y silúricos descienden de algún crustáceo, que tuvo que haber vivido mucho antes de la edad cámbrica, y que probablemente difirió mucho de todos los animales conocidos. Algunos de los animales más antiguos, como los Nautilus, Lingula, etc., no difieren mucho de especies vivientes, y, según nuestra teoría, no puede suponerse que estas especies antiguas sean las progenitoras de todas las especies pertenecientes a los mismos grupos que han ido apareciendo luego, pues no tienen caracteres en ningún grado intermedios.

Por consiguiente, si la teoría es verdadera, es indiscutible que, antes que se depositase el estrato cámbrico inferior, transcurrieran largos periodos, tan largos, o probablemente mayores, que el espacio de tiempo que ha separado la edad cámbrica del día de hoy y, durante estos vastos periodos, los seres vivientes hormigueaban en el mundo. Nos encontramos aquí con una objeción formidable, pues parece dudoso que la Tierra, en estado adecuado para habitarla seres vivientes, haya tenido la duración suficiente.[3](El énfasis es mío)

Si tomamos uno de los trilobites cámbricos a los que se refiere Darwin en su libro, notamos que posee todos los sistemas enumerados anteriormente. Es claro entonces que, cuando existió, ya tenía un adncomplejo, con millones y millones de instrucciones, capaz de generar todas las proteínas requeridas para formar cada tipo de tejidos. La transformación de una bacteria, perteneciente al periodo precámbrico, que pasa a ser un trilobite con más de cincuenta diferentes tipos de tejidos (esqueleto, caparazón, ojos, cerebro, músculos, estómago, antenas, etc.) implica un gigantesco salto en complejidad que requiere una enorme cantidad de «información». ¿De dónde proviene esa información? ¿Es acaso el producto de una suerte extraordinaria? ¿O es producto de un diseño?

 

 


[1] Adam Sedgwick (22 de marzo de 1785, Dent-27 de enero de 1873, Cambridge) fue un geólogo británico. Sedgwick fue uno de los fundadores de la geología moderna. Estudió los estratos geológicos del Devónico y del Cámbrico.

[2] El fósil de perro más antiguo (encontrado en las montañas Altay, al suroeste de Siberia) tiene 33 000 años de antigüedad.

[3] El origen de las especies, capítulo x.

 

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