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APÉNDICE A – ¿Cuál es el nombre de Dios?

Después que Moisés dejó atrás a su familia real adoptiva y abandonó la tierra de Egipto, se refugió en la región de Madián. Allí conoció a quien sería su esposa, Zipora, hija de Jetro. En esa región aprendió y ejerció el oficio de pastor de ovejas y se hizo cargo de los rebaños de su suegro. Cuarenta años después, mientras cuidaba las ovejas en la montaña de Horeb, se percató de un arbusto en llamas que no se quemaba. Al acercarse, una voz lo llamó por su nombre y le ordenó que se quitara las sandalias, ya que la tierra que él pisaba era santa. La voz se presentó como el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y luego le encomendó la misión de sacar al pueblo israelita de Egipto para llevarlo a tierras de libertad. Al finalizar, y como quien se pone a pensar qué más necesita saber antes de comenzar la misión, Moisés cayó en la cuenta de un asunto importante y le dijo: «[…] El problema es que si yo voy y les digo a los israelitas: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”, ellos me van a preguntar: “¿Cómo se llama?”. Y entonces, ¿qué les voy a decir?» (Éxodo 3,13). Moisés, que vivía en un lugar donde se adoraba a los dioses del sol, el fuego, la luna, la muerte, etc., quería saber, de entre tantos, quien era él, a lo que Él le contestó: «[…] Yo Soy el que Soy[3]. Y dirás a los israelitas: Yo Soy me ha enviado a ustedes» (Éxodo 3,14). Otras traducciones dicen «[…] Yo Soy el que Soy. De este modo, dijo, dirás a los hijos de Israel: El que Es me ha enviado a vosotros».

Dios se abstuvo de decirle a Moisés un nombre como el que poseen todas las cosas que conocemos (silla, mesa, luna, tigre, Carlos, etc.), o como el que tenían los dioses que él conocía (Rá, dios del sol; Ámon, dios de todos los dioses; Toth, dios de la luna; Hathor, diosa del amor y la alegría). «Yo Soy el que Soy» no era su nombre, era más bien una indicación de su naturaleza: Él Es.

Entonces, ¿cómo nos vamos a referir a Él si no quiso dar su nombre? En el hebreo antiguo no se usaban las vocales en la escritura, por lo que las consonantes que se escribieron en el Pentateuco fueron yod-hei-vav-hei que se pronunciaba iajuéj. Al traducirse al latín, las letras que quedaron fueron yhwh, y en español se tradujeron como Yahvé. En la Edad Media, los judíos masoretas (quienes reemplazaron a los escribas de la época de Jesús) tomaron las vocales de las palabras Elohin, que significa «Dios fuerte», y Edonay, que significa «El Señor», y las mezclaron con Yahvé. Así, obtuvieron la palabra «YeHoWiH», que dio lugar al vocablo «Jehová», nombre adoptado por la mayoría de las biblias protestantes para referirse a Dios. No olvidemos que estos son nombres que creamos los humanos, y no nombres revelados.

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