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¿Son reales todas las apariciones de la Virgen?

El 17 de noviembre del 2004, BBC News reportó que un sándwich de queso derretido y mordido en una punta, preparado hacía más de diez años, había sido subastado y adquirido por la empresa GoldenPalace.com por la suma de US$28,000.oo. ¿Qué tenía de especial este sándwich para haberse pagado tan alto precio?

Según la vendedora, la señora Diane Duyser del estado de la Florida, USA, la imagen de la Santísima Virgen María estaba imprenta en él y desde entonces había sentido su santa presencia.

El 28 de enero de 1977, la Santísima Virgen se apareció en Little Rock, Arkansas, USA, al Padre Thomas Mac Smith. Durante 30 días consecutivos la Virgen María le habló acerca de una misión en Luisiana, USA, conectada con el páramo Los Torres, en Venezuela. Ella se apareció bajo la advocación de Nuestra Señora de la Preciosísima Sangre.

A partir del 30 de abril de 1985, comenzaron las manifestaciones extraordinarias de la Virgen María a Julia Kim en Naju, Corea del Sur, las cuales se han mantenido hasta el presente.

El 21 de enero de 1988, la señora Christina Gallagher de la isla de Achill, Irlanda, experimentó la aparición de Nuestra Señora y pocas semanas después principió a recibir mensajes de la “Hermosa Señora”, quien se identificó como la Virgen María, Reina de la Paz. Christina fundó las casas de oración de Nuestra Señora de la Paz, que se encuentran en Achill, Irlanda, y en Texas, Kansas, Minnesota y Florida, USA.

Cientos y cientos de videntes y apariciones abundan diariamente a nuestro alrededor. Algunas de estas apariciones alcanzan los titulares de los diarios y otros medios, pero la gran mayoría quedan a nivel de grupos de oración y círculo de amigos, en los que alguien asegura conocer o saber de alguien que recibe mensajes de la Santísima Virgen.

Las apariciones en la antigüedad

Este fenómeno de las apariciones no es para nada reciente. Una de las primeras noticias de este estilo data del siglo III, cuando el obispo de Neocesarea, en el Asia Menor, reverendo Gregorio Taumaturgo aseguró que la Virgen se le había presentado para instruirlo en unos asuntos religiosos.

Tres siglos después, el papa San Gregorio Magno cuenta que la Virgen María se le apareció a una niña para anunciarle su próxima muerte. San Martin de Tours en el año 397 y San Ildefonso de Toledo en el 597, aseguraron haber tenido visitas de la Santísima Virgen.

Sobre San Juan Damasceno[1] existe una leyenda que cuenta que la Santísima Virgen le restituyo su mano derecha que le había sido cortada por el gobernador de Damasco.

Sería en la edad media cuando se produjo una avalancha de apariciones y profecías. Se multiplicaron los que decían haber hablado con la Santísima Virgen y/o con Jesucristo y los que habían recibido profecías. Se aumentaron las leyendas de apariciones, las historias de milagros e historias sorprendentes y maravillosas relacionadas con la Virgen María. Trascendieron las profecías de Santa Juana de Arco (1412-1431), Santa Gertrudis (1256-1302), Santa Ángela de Foligno (1248-1309), Santa Catalina de Siena (1347-1380) y en especial las de Santa Brígida de Suecia (1302-1373) que tuvieron tal importancia que llegaron a ponerlas casi al mismo nivel que las Sagradas Escrituras.

Para el siglo XVI abundaban más y más estas historias. En muchas partes de Europa se creaban movimientos religiosos basados en creencias fantásticas que rayaban en lo maravilloso, lo extraordinario e incluso en lo esotérico[2]. Muchos de los altos prelados del momento empezaron a manifestarse en contra, como San Juan de la Cruz (1542-1591) quien escribió en su libro “Subida al Monte Carmelo”:

“Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer alguna otra cosa o novedad. Porque le podría responder Dios de esta manera, diciendo: “Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en él, porque en él te lo tengo todo dicho y revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas. … Oídle a él, porque yo no tengo más fe que revelar, ni más cosas que manifestar.” Libro II, capítulo 22:5.

Debido a la diversidad de opiniones a este respecto y a otros asuntos de importancia que se tenían pendientes por discutir, la Iglesia convocó el que fuera el V Concilio de Letrán que se desarrolló en 12 sesiones entre el 3 de mayo de 1512 y el 16 de marzo de 1517. En la decimo primera sesión se decidió que sería el papa o un obispo delegado por su santidad, quien decidiría cuando una aparición se podía considerar autentica, así como autorizar su culto.

En 1738, el que llegaría a ser el papa Benedicto XIV cardenal Prospero Lambertini, publicó una extensa obra llamada “Beatificación de los Siervos de Dios y Canonización de los Beatos”, en la que diferenciaba en dos las revelaciones: la pública y la privada.

La pública está reunida y sellada en las Sagradas Escrituras y contiene todo lo que necesita saber un cristiano para su salvación, y la privada, que siguen ocurriendo, es un mensaje que solo puede contribuir a la salvación de la persona que recibe el mensaje y a través de su ejemplo de vida, inspirar a los demás a buscar la salvación. El cardenal Lambertini escribió en su obra con respecto a estas revelaciones privadas:

“…aunque hayan sido aprobadas por la Iglesia, no se les debe atribuir un asentimiento obligatorio. Por lo tanto, uno puede rechazarlas y negarse a aceptarlas.” Tomo II, capítulo 32.

Apariciones y visiones

Se hace necesario hacer una distinción entre estos dos términos que muchos de forma equivocada usan indistintamente.

Ni la Santísima Virgen, ni Jesucristo, ni ningún santo, se pueden aparecer a ningún ser humano en este mundo, y cuando Jesucristo lo haga, será el fin de los tiempos como lo esperamos todos los cristianos (2 Pedro 3:1-18). Una “aparición” es un hecho objetivo de naturaleza física y corporal independiente de nosotros y de nuestras creencias. En un estadio de futbol se puede “aparecer” una persona para cantar el himno nacional. Ese cantante va a ser visto por todos, por las cámaras, físicamente está ahí y ocupa un espacio. Independiente que me guste o no el cantante, que piense que es bueno o malo, ahí está y va a interactuar con todos los presentes y desde sus hogares otros lo verán y lo escucharan por la televisión.

Una “visión” se da cuando en ese mismo estadio, todos observan la grama vacía, desde sus casas los televidentes ven la grama vacía, pero uno o algunos ven y oyen al cantante en medio del estadio. Físicamente el cantante no está ahí pero alguien lo está viendo u oyendo. Si más de uno lo ve, se trataría de una visión colectiva.

Así que todos los fenómenos marianos han sido “visiones” y no “apariciones”. En el caso de Lourdes, acompañada por cientos de personas en las últimas “apariciones”, Bernadette era la única que la veía. En el de Guadalupe, solo el indio Juan Diego la vio. En el de Fátima y La Salette, a pesar de encontrarse rodeados de miles de testigos, solo los pastorcitos vieron a nuestra Señora. La danza del sol en la última aparición de Fátima, miles lo vieron[3] danzar pero en realidad el sol nunca se movió, ya que de haberse movido como estos miles lo vieron, muy seguramente ya no estaríamos vivos, por las repercusiones cósmicas que implicaría un fenómeno de esta naturaleza.

Por eso el papa Benedicto XIV en su obra referida anteriormente, nos pide que no hablemos más de “apariciones” sino de “visiones”.

Qué hacer ante un mensaje de María

Es nuestro deber aprender a discernir con criterio cristiano los mensajes que supuestamente vienen de la Virgen María.

En solo unos pocos casos, será la Iglesia quien se pronuncie sobre las visiones y sus respectivos mensajes, así que en la gran mayoría nos corresponderá a nosotros hacerlo.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 67:

“A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas “privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de “mejorar” o “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.”

Con esto el catecismo nos está indicando dos cosas: la primera es que no todo el que dice recibir revelaciones o mensajes, las recibe realmente de Jesús o de la Virgen, sino que pueden ser el fruto bien o mal intencionado, de su imaginación y segunda, que nos corresponde a nosotros los fieles discernir sobre ellos.

Cuando el Santo Padre o un obispo aprueban una determinada manifestación de la Virgen María o de Jesucristo, lo que aprueban es su devoción, o sea el culto a la Virgen en esa “presentación” en particular, no la autenticidad de la manifestación. Al aprobar una devoción, la Iglesia está diciendo que no hace mal, ni contiene ninguna desviación del Evangelio rezarle a María en ese lugar, bajo ese nombre, ni repitiendo las palabras y oraciones contenidas en el mensaje.

Por ejemplo, de los cientos y cientos de mensajes y revelaciones recibidos por Santa Brígida de Suecia desde su nacimiento en 1303 hasta su muerte en 1373, la Santa Sede solo se pronunció sobre las quince oraciones reveladas por Jesucristo. El papa Benedicto XV (1914-1922) se expresó de la siguiente manera:

“La aprobación de estas revelaciones implica nada más que esto: Después de un examen lento y detenido, se permite publicar estas revelaciones para el bien espiritual de todos los fieles. Y, aunque no se les atribuye el mismo grado de fe, igual al que se les rinde a las verdades de la religión bajo pena; sin embargo, se les permite creer con fe humana. Es decir, conforme a las reglas de prudencia, por las cuales son probables. Por tanto, estando ya adecuadamente afirmadas y apoyadas por suficientes motivos, pueden ser piadosamente creídas.” Les Petits Bollandistes, Tome XII.

El 14 de noviembre del 2013, el papa Francisco en una homilía pronunciada en la Casa Santa Marta en Ciudad del Vaticano, explicó que ese deseo nuestro de estar buscando mensajes, cosas extrañas y novedades, nos alejaba del verdadero espíritu del Evangelio. Con respecto a este fenómeno de las visiones y de los mensajes de la Virgen, dijo el Santo Padre: “La curiosidad nos impulsa a querer sentir que el Señor está acá o allá; o nos hace decir: ‘Pero yo conozco a un vidente, a una vidente, que recibe cartas de la Virgen, mensajes de la Virgen’. Pero, mire, ¡la Virgen es Madre! Y nos ama a todos nosotros. Pero no es un jefe de la oficina de Correos, para enviar mensajes todos los días.“.

¿Cómo podemos distinguir entre un mensaje de Dios dado a través de la Virgen de uno que no lo es?

La regla de oro es que una revelación privada nunca puede contradecir a la revelación pública que es la Biblia, que es la Palabra de Dios. Dios no se puede contradecir a sí mismo. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 73:

“Dios se ha revelado plenamente enviando a su propio Hijo, en quien ha establecido su alianza para siempre. El Hijo es la Palabra definitiva del Padre, de manera que no habrá ya otra Revelación después de Él.”

Además que sus mensajes no pueden contradecir las Sagradas Escrituras que son la Palabra de Dios, tampoco nos pueden traer ninguna novedad que aporte a nuestro camino hacia la salvación.

La Virgen María de las Sagradas Escrituras, es una mujer que aparece siempre en un segundo plano con respecto a Jesús, es siempre obediente a Él y se muestra mesurada, discreta y prudente. Es una mujer de pocas palabras, su sobriedad es tal, que en todo el Nuevo Testamento solo registra seis expresiones[4], una menos que las siete que Jesús pronunció en la cruz. La María de la Biblia transmite esperanza, optimismo y alegría que en sus momentos difíciles canta de gozo, medita serenamente y mira con confianza el futuro.

Sin embargo en varias de sus supuestas apariciones, se muestra muy diferente a ese perfil bíblico. En algunos, ella promete la salvación de la persona si hace o dice tal cosa[5]. En otras es ella y no su hijo quien quiere actuar a través del vidente[6]. En otras el mismo Jesús pide que si no escuchamos a María pereceremos[7], en contravía de lo dicho por María en las bodas de Caná (Juan 2:1-23). Hay otros mensajes tétricos, sombríos y lúgubres donde no hay esperanza alguna para nadie, ya que el castigo será para todo el mundo, buscando que sea el miedo al castigo lo que nos lleve a la conversión[8], cuando la Biblia nos pide 365 veces que no tengamos miedo y nos solicita que el amor sea el motor de nuestra conversión.

Jesús nunca quiso anunciar la fecha del fin del mundo, sin embargo en varias visiones la Virgen advierte que está cerca[9]. Jesús nos dijo que el juicio final sería sobre la base de la misericordia mostrada por nuestro prójimo, en especial por el más necesitado (Mateo 25:31-46), pero en algunos de sus mensajes ella nos dice que solo se salvaran los que la aman y creen en Dios[10].

La hermana Julie Marie Jahenny, una estigmatizada francesa perteneciente a la Tercera Orden de San Francisco que falleció en 1941 a la edad de 91 años, y quien dijo haber sostenido múltiples conversaciones con la Virgen María y con Jesús, vaticinó la famosa profecía de los tres días de oscuridad y a la que otras videntes se han sumado, incluyendo al Padre Pio de Pietrelcina, conocido como Padre Pio.

Dijo la hermana Julie Marie:

“Vendrán tres días de grandes tinieblas. Sólo los que tengan velas benditas podrán iluminarse durante esos días horrorosos. Pero en la casa de los pecadores las velas no se prenderán. Los demonios aparecerán en formas horribles y abominables, y harán resonar el aire con espantosas blasfemias. Los rayos entrarán en las casas, pero no se apagarán las velas benditas. La tierra temblará, el mar lanzará sus olas, y las tres cuartas partes de la raza humana perecerán. El castigo será mundial.”[11]

 El 16 de febrero de 1997, el papa Juan Pablo II dijo en una homilía pronunciada en la parroquia romana de San Andrés:

“A lo largo de la historia los hombres han seguido cometiendo pecados, tal vez mayores que los descritos antes del diluvio. Sin embargo, la alianza que Dios estableció con Noé nos permite comprender que ya ningún pecado podrá llevar a Dios a aniquilar el mundo que él mismo creo.”[12]

Lágrimas de sangre de la Virgen

Junto a este explosivo fenómeno de las visiones y mensajes, también ha habido una explosión de bustos y estatuas de la Virgen que lloran y/o derraman lágrimas de sangre o aceite, en diferentes países.

El 30 de junio de 1985 una estatua de la Virgen María, propiedad de Julia Kim comenzó a llorar lágrimas de sangre humana, y así lo hizo por otras 700 veces más.

A los dos años de haber comenzado este fenómeno, en junio de 1987, la vidente Julia dijo que la misma Virgen María le había revelado el motivo de sus lágrimas de sangre: “Mi estimada hija, mis lágrimas son por el constante fracaso de la humanidad en no conseguir amar a Dios como Él merece y amar mutuamente las personas como Él mismo nos enseñó.”.

Este tipo de mensaje coincide con los de María Julia Jahenny (1850-1941) en Francia, Anna Catherina Emmerick (1774-1824) en Alemania, Isabel Canori-mora (1774-1825) en Italia, padre Bernardo María Clausi (1789-1849) en Italia, y otros más contemporáneos como los del padre italiano Stefano Gobbi o como los revelados a la hermana Elena Patriarca Leonardi:

“Hija Mía, estoy muy triste y mi Corazón está lleno de dolor. La violencia y las drogas han destruido a tanta juventud; Satanás ha tomado posesión de muchos corazones y les sugiere que Dios no existe…Caerán llamas del Cielo, y los impíos lo sufrirán; derrumbamientos y terremotos sobre la humanidad que no se arrepiente…Naciones sin Dios serán el azote escogido por Dios mismo, para castigar a la humanidad sin respeto y sin escrúpulos. Después un gran castigo caerá sobre el género humano, fuego y humo caerán del cielo, las aguas de los océanos se volverán vapores, y la espuma se levantará arrollando a la humanidad, por todas partes a donde se mire habrá angustia, miseria y ruina; quedaréis en completa oscuridad. Mares que se alzarán provocando muerte y desolación… ¡Arrepentíos! ¿Cómo puedo salvaros si no me escucháis?”

No es novedad que el sentimiento humano de frustración por las transgresiones del mundo, lo queramos traducir en castigos horribles para los transgresores:

“Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque se daban cuenta de que se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron:

—Señor, ¿quieres que ordenemos que baje fuego del cielo, y que acabe con ellos?

Pero Jesús se volvió y los reprendió.” Lucas 9:52-55

De los cientos de casos como el de la hermana Leonardi, el sentimiento general es que la Virgen aparenta estar sumamente triste, al punto de derramar lágrimas de sangre por el dolor que le causa ver como los humanos nos alejamos cada vez mas de Dios por nuestros pecados, por nuestro ateísmo y por la falta de conversión y oración.

Si bien esta es una realidad que ha existido desde antes de la venida de Jesús, llama la atención pensar que la Virgen se concentre en resaltar únicamente este aspecto de la humanidad, como si no hubiera nada de que alegrarse.

En el Evangelio de Lucas 15:7 leemos: “Les digo que así también hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.”.

Personalmente he sido testigo de miles de personas que con la ayuda de sus respectivas parroquias, han abandonado sus viejos hábitos y se han convertido a una vida de servicio, amor y oración. No dudo que el cielo se ha unido a la fiesta que se celebra en cada uno de estos hogares que hoy viven una vida diferente a la que tenían antes de la conversión de alguno de sus miembros.

¿No sonreirá la Santísima Virgen al ver a tanta gente que se convierte y se consagra a ella y a su Hijo? ¿No habrá ningún gozo en el cielo por los millones de personas que hacen de sus vidas una constante oración a Dios con su trabajo, con su servicio a su familia y al prójimo, con su oración y evangelización, con su enorme esfuerzo por mantenerse fiel a la voluntad de Dios? ¿Ha sido totalmente infértil la labor de la Iglesia en sus más de veinte siglos de evangelización? ¿No merecen lágrimas de alegría estas conversiones?

El busto de Elvis Presley que lloró

El 8 de agosto del 2002, apareció publicado en varios medios de comunicación una noticia reportada por la agencia Reuters, en la que se contaba que en la pequeña ciudad holandesa de Deurce, un admirador de Elvis Presley llamado Toon Nieuwenhuisen, tenía en su cuarto un busto del artista que llevaba derramando lágrimas por más de cinco años.

Desde entonces, cientos de curiosos visitan su casa para rendirle homenaje al cantante.

Al preguntársele por los motivos por los cuales él creía que la estatua derramaba las lágrimas, contestó: “Son lágrimas de alegría, por la gratitud que siente de ver a tantos admiradores suyos alrededor del mundo”.

Algunos católicos insisten en tener a la Virgen María como la portadora de las peores amenazas para la humanidad, la mensajera de castigos espantosos, la profetiza de un apocalipsis que ni Sodoma y Gomorra conocieron, la portavoz de grandes cataclismos que azotarán por igual a los buenos y a los malos. Con este rostro, la están degradando de su real papel de intercesora nuestra y gestora de gracias para perseverar constantes al servicio de Jesucristo.

Deberíamos considerar la posibilidad que la Virgen María también experimente alegría al ver a millones de seguidores suyos y de su Hijo que diariamente luchan por vivir con todo su corazón de la forma en que Jesús nos pide que lo hagamos.

La Iglesia, consecuente con este pensamiento, ha acogido para sí y para sus fieles no sus mensajes proféticos, sino sus exhortaciones a la conversión y a la oración, al rezo del Santo Rosario, algunas de sus oraciones y sus palabras de amor y esperanza.

En la alocución del 15 de agosto de 1964 en Castengaldolfo, el papa Pablo VI nos recordó que Dios es Amor y que nos ama, e hizo un llamado de atención a la comunidad católica por la imagen tan distorsionada que proyectamos al dejar que nuestras emociones y sentimientos le ganen a ese discernimiento que nos pide el Catecismo. Dijo su Santidad:

“Algunos piensan, con ingenua mentalidad, que la Virgen es más misericordiosa que Dios. Con juicio infantil sostienen que Dios es más severo que la Ley, y que necesitamos recurrir a la Virgen ya que, de otro modo, Dios nos castigaría. Es cierto que la Virgen es intercesora, pero la fuente de toda bondad es Dios.”[13]

Aprobación del culto

La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó el 25 de febrero de 1978 un documento titulado “Normas sobre el Modo de Proceder en el Discernimiento de Presuntas Apariciones y Revelaciones”, donde crea el procedimiento que deben seguir las autoridades eclesiásticas ante el evento de conocer de una visión o una revelación.

Según esta guía los pasos generales a seguir son:

“a) En primer lugar juzgar sobre el hecho según los criterios positivos y negativos.

  1. b) Después, en caso de que este examen haya resultado favorable, permitir algunas manifestaciones públicas de culto o devoción y seguir vigilándolas con toda prudencia (lo cual equivale a la formula “por el momento nada obsta”)
  2. c) Finalmente, a la luz del tiempo transcurrido y de la experiencia adquirida, si fuera el caso, emitir un juicio sobre la verdad y sobre el carácter sobrenatural del hecho (especialmente en consideración de la abundancia de los frutos espirituales provenientes de la nueva devoción).”

Basado en estos tres criterios y cuando a través de testimonios plenamente probados, la visión aparenta ser verdadera, la Iglesia entra a determinar si la visión se puede atribuir a la fuerza de la naturaleza, a la de satanás o a Dios. Pasados estos filtros, se entran a considerar los siguientes puntos: aspectos morales y psicofísicos del vidente, el contenido de la visión, la naturaleza o forma de la visión y la finalidad de la misma y por supuesto el milagro que acompaña la visión, si lo hay.

La mesura y la calma son las actitudes típicas del magisterio en todo este proceso y puede llegar a pasar muchos años, y hasta siglos, antes que exista un pronunciamiento en cualquiera de los dos sentidos.

En algunos casos la Iglesia autoriza el culto de una manera implícita, es decir cuando una autoridad eclesiástica participa de algún modo de su culto; como en los casos de Nuestra Señora de Vailankanni en India o el caso de Nuestra Señora de las Victorias en Francia.

En otros casos la Iglesia incluye en su calendario litúrgico la celebración de los hechos, como en el caso de la Virgen del Pilar en España o la de Nuestra Señora del Monte Carmelo (La Virgen del Carmen) en Israel.

Y en otros pocos, se hace a través de algún documento papal como en el caso de Nuestra Señora de Siluva en Lituania o Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en Francia.

Las apariciones pueden caer bajo las siguientes categorías:

  • Dudosas: apariciones no reconocidas aún o en estudio por parte de los obispos, o apariciones que no han sido posible clasificar, como el caso de Nuestra Señora de Medjugorje en Croacia[14].
  • Falsas: apariciones cuestionadas por el Vaticano como en el caso de Nuestra Señora de Garabandal en España[15].
  • Fraudulentas: rechazadas totalmente por la Iglesia y la ciencia, como el de Nuestra Señora de Peña Blanca en Chile.
  • Aprobadas por la Iglesia: apariciones reconocidas por el Vaticano o por los obispos locales, como la de Lourdes en Francia, Fátima en Portugal o Guadalupe en México.

Varias apariciones auténticas no llegan a ser aprobadas hasta después de muchos años, como en el caso de las apariciones de Nuestra Señora de Laus en Francia, que ocurrieron entre 1664 y 1718 y no fueron totalmente aprobadas por la Santa Sede sino hasta el 4 de mayo del 2008.

 

 


[1] Doctor de la Iglesia nacido en Siria en el año 675 y falleció a la edad de 74 años.

[2] Que está oculto, reservado o solamente es perceptible o asequible para unos pocos iniciados.

[3] La revista portuguesa “Ilustracao Portugueza” del 28 de octubre de 1917 presenta en su primera página un reportaje completo del fenómeno, acompañado por una serie de fotografías donde se aprecian los miles de testigos.

[4] Lucas 1:34, Lucas 1:38, Lucas 1:46-55, Lucas 2:48, Juan 2:3 y Juan 2:5.

[5] Revelación de la Virgen María al padre Esteban Gobbi en Barcelona, España, el 29 de septiembre de 1982.

[6] Revelación de la Virgen María al padre Esteban Gobbi el 9 de julio de 1973.

[7] Revelación de Jesucristo a Gladys Quiroga de Motta en San Nicolás de los Arroyos, Argentina, el 12 de marzo de 1986.

[8] Mensajes de La Salette a dos niños el 19 de septiembre de 1846.

[9] Mensajes de la Virgen de Garabandal entre 1961 y 1965 a cuatro niños en San Sebastián de Garabandal, España.

[10] Mensajes a Amparo Cuevas en El Escorial, España, entre el 14 de junio de 1981 y el 31 de mayo de 1984.

[11] Del libro: Profecías: ¿3 días de oscuridad?, Buenos Aires, 1987.

[12] L’Osservatore Romano del 21 de febrero de 1997.

[13] L’Osservatore Romano del 18 de agosto de 1964.

[14] Expresado en carta del Nuncio Apostólico Mons. Carlo María Vigano del 21 de octubre del 2013.

[15] Expresado en carta del Obispo de Santander, Mons. José Vilaplana del 23 de agosto del 2001.

 

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