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¿El celibato, origen de los sacerdotes pederastas?

La pederastia es un cáncer que tiene nuestra sociedad y tristemente no es exclusivo de nuestra Iglesia, como la prensa y otros medios pretenden mostrarlo.

En muchas otras instituciones religiosas y no religiosas, conformadas por personas casadas se presenta esta tragedia, por lo que el celibato puede descartarse de esta terrible problemática.

Que exista un solo niño abusado por un religioso o por un laico es una vergüenza, así que no pretendo en ningún momento justificar este comportamiento o disminuir el tamaño del problema, como tampoco ignorar la estela de dolor que una conducta de éstas deja en su camino, al grado que en la mayoría de los países occidentales lo han incluido dentro de los delitos de lesa humanidad.

Solo quiero aportar información que muestra que este problema no es exclusivo de nuestros sacerdotes, que no es un problema endémico dentro de la Iglesia, que el celibato no es la razón detrás de esta conducta y finalmente, que no podemos dejarnos llevar por los medios de comunicación y centrar nuestra mirada en el punto negro dentro de la inmensa hoja blanca.

Los escándalos que han salido a luz pública pertenecen en su mayoría a la categoría de efebofilia homosexual y no de pederastia.

La efebofilia es la atracción sexual (homosexual en este caso) de un adulto hacia una persona que ya ha pasado la pubertad. La pederastia es la actividad sexual de un pedófilo con un menor de 13 años.

En palabras del arzobispo Silvano Tomasi, representante permanente del Vaticano en Naciones Unidas:

“no se debería hablar de pedofilia sino de homosexuales atraídos por adolescentes. De todos los sacerdotes implicados en casos de este tipo, entre el 80% y el 90% pertenecen a la minoría sexual que practica la efebofilia, es decir, los que tienen relaciones con varones de los 11 años a los 17″[1]

Los Boy Scouts de América

El 23 de abril del 2010 un jurado del estado de Oregón (USA), ordenó a los Boy Scouts de América que indemnizara con US$18,500,000 a Kerry Lewis de 38 años, por los abusos sexuales que había sufrido a los 11 años por parte de su líder de tropa el señor Timur Dykes.

Seis víctimas más de este guía entablaron demandas contra esta organización.

Esta no era la primera vez que esta entidad indemnizaba a alguna de las víctimas por esta causa, pero este caso sí llegó a ser el más cuantioso y publicitado. Durante el juicio se presentaron más de 1,200 informes de los archivos de los Scouts, autodenominados “perversión”, comprendidos entre 1965 y 1985. Cada registro representaba un caso reportado por un menor abusado o por sus padres. Haciendo uso de estos archivos, la defensa logró demostrar que el acusado había confesado a sus superiores de los abusos cometidos contra Kerry Lewis y a 17 menores más, sin embargo se le permitió seguir trabajando dentro de la institución.

El 18 de octubre del 2012 y por orden del mismo juez que actuó en este juicio, estos archivos junto con los comprendidos entre 1985 y 2005, se publicaron en internet eliminando solamente el nombre de la víctima y el de la persona que denunció el incidente. La lista contiene cerca de 5,000 nombres, hombres en su mayoría y en edades que van desde los 18 años hasta la tercera edad. La mayoría de los que aparecen en esta lista, tienen una profesión establecida que incluye médicos, empresarios, pilotos, contadores, ganaderos y profesores entre otros. Muchos de ellos se encontraban casados e inclusive con hijos dentro de la misma organización cuando ocurrieron los hechos.

La política manejada por los Scouts fue la de amonestar, trasladar y en algunos pocos casos (menos de 50), de expulsar al atacante pero siempre se abstuvieron de reportarlo a las autoridades. En varios casos, personas que conformaban esta lista, terminaron enfrentando la justicia por abuso a menores fuera de los Scouts.

Con la publicación de esta lista de agresores, las victimas se han unido para entablar demandas contra la institución. Muchas de ellas están en espera de ser falladas y otras se encuentran en proceso de ser presentadas.

La institución ha adquirido pólizas de seguro que los proteja de los costos financieros de estas demandas y ha constituido una reserva de US$85,000,000 para los correspondientes deducibles.

Los colegios de Estados Unidos

Bajo el primer período de gobierno del Presidente George Bush se aprobó en el 2001 la ley denominada: Que ningún niño se quede atrás (en Ingles: No Child Left Behind Act) que modificaba la ley orgánica de 1965 que creó el sistema escolar público de primaria y secundaria de los Estados Unidos. Esta ley ordenó la realización de un estudio sobre el abuso sexual en los colegios.

Concluido el estudio, el departamento de educación contrató a la doctora Charol Shakeshaft de la Universidad Hofstra para que presentara un informe de la literatura disponible sobre ese tema hasta el momento[2]. Una forma de resumir sus conclusiones después de finalizado su informe son las palabras que pronunció a la prensa el 24 de agosto del 2006:

“¿Piensan que la Iglesia católica tiene un problema? El abuso físico sexual a los estudiantes en los colegios es 100 veces mayor que el abuso por parte de los sacerdotes”

Más adelante criticó a la prensa por querer restarle importancia a este grave problema en los colegios públicos de Estados Unidos diciendo:

“…durante la primera mitad del 2002, los 61 periódicos más importantes de California presentaron casi 2000 historias acerca del abuso sexual en instituciones católicas, en su mayoría sobre hechos ocurridos en el pasado. Durante este mismo período, esos mismos periódicos, solo presentaron cuatro historias acerca de los recientes descubrimientos por parte del gobierno federal de un problema mucho mayor y creciendo, de abusos sexuales a estudiantes en los colegios públicos.”

El estudio arrojó las siguientes estadísticas:

  • Entre estudiantes de bachillerato medio: 9.6% han sufrido algún tipo de conducta inapropiada de índole sexual. 8.7% fue sin contacto físico mientras que un 6.7% si lo fue. El 21% de estos ataques provenían de parte de profesores y el otro 79% de parte de otros estudiantes.
  • Entre estudiantes de bachillerato alto: 17.5% sufrió un ataque físico no deseado por parte de un profesor. 13.5% tuvo relaciones sexuales con uno de ellos.

La estadística final del estudio indica con un margen de error menor al 4%, que el 5% de los profesores del sistema público escolar de los Estados Unidos molestará sexualmente con contacto físico a un estudiante y 9.6% de ellos sufrirán un ataque físico de naturaleza sexual no deseado en su paso por el sistema escolar[3].

La revista The Economist en su edición del 4 de abril del 2002 en un artículo titulado “Pasando la basura” cita un estudio realizado en 1995 sobre 225 casos de alumnos que fueron abusados sexualmente por un profesor o por algún miembro de la institución escolar y se encontró que solo en el 1% de los casos, el gobierno intentó revocar la licencia profesional del atacante.

Los Cascos Azules

Este es el nombre con el que se conocen a las fuerzas de paz de la Organización de Naciones Unidas ONU. Este cuerpo militar es el encargado de mantener la armonía en áreas de conflicto, monitorear y observar los acuerdos de paz, y brindar asistencia a ex-combatientes en la implementación de tratados con fines pacíficos. Actúan por mandato directo del Consejo de Seguridad de la ONU y sus soldados son integrantes de los respectivos ejércitos de los países miembros de las Naciones Unidas, constituyéndose así en una fuerza multinacional.

En 1988 ganaron el premio nobel de paz por sus grandes contribuciones en este sentido.

El Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados y la ONG Save the Children han presentado 1,500 declaraciones que detallan recientes abusos sexuales por parte de los cascos azules y cooperantes de hasta 40 ONG en Guinea, Liberia y Sierra Leona. Las víctimas son niñas de 13 a 17 años que viven en los campos de refugiados, de preferencia vírgenes para evitar el sida, coaccionadas a cambio de comida, albergue, medicinas, etc.

En el informe presentado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF en abril del 2009 al cumplirse 10 años del informe Machel, se resalta que a pesar de los avances logrados en la protección de los menores, aún queda mucho por hacer incluyendo a las Naciones Unidas: “El Secretario General Adjunto para operaciones de mantenimiento de la paz ha reconocido la naturaleza endémica y las dimensiones explotadoras del problema.

En el libro Sexo en las Operaciones de Paz de la periodista Gabrielle Simm, se cuenta como fue necesario que la ONU desarrollara toda una normatividad de “cero tolerancia”, debido al abrumante incremento de abusos sexuales a menores en las zonas de conflicto por parte de sus fuerzas militares y otros agentes encargados de proteger a la población civil en estas zonas.

Casos como el de Camboya y Somalia al comienzo de los 90, el de Liberia y Sierra Leona en el 2002 y el de la República Democrática del Congo en el 2004, involucraban principalmente miembros de los cascos azules.

Los familiares

En noviembre del 2008 el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF presentó un informe según el cual cada día 5,472 niños sufren de un abuso sexual en América Latina y el Caribe.

Las niñas representan el blanco más frecuente: entre el 70% y el 80% de los casos. El 50% de los casos se tratan de ataques perpetrados por un adulto que vive bajo el mismo techo de la víctima y en tres cuartas partes el agresor es un familiar directo del menor.

Según el Instituto de la mujer de España, con datos de 1999, el 20% de las mujeres han sufrido un abuso durante su infancia. El 69% de ellas lo ha padecido dentro de su familia. El 75% de ellos es de padre a hija, el 10% de madre a hijo y el 15% restante son de hermano a hermana. Según el investigador norteamericano David Finkelhor, el 72% de los abusos sexuales son producidos por los propios padres de los menores.

Los pastores

El obispo episcopal William Persell de Chicago, el viernes santo de 2002 manifestó en su homilía:

“Seríamos ingenuos y deshonestos, si decimos que el problema [de abuso sexual de menores] es sólo de la Iglesia católica y que nosotros no tenemos nada que ver en ello, por el hecho de que tenemos ministros mujeres y casados. Este pecado no conoce Iglesias ni fronteras.”

En una encuesta realizada por Christian Ministry Resources[4] en el 2001, estimó en 70 casos semanales los abusos sexuales contra un menor en las iglesias protestantes. Entre las conclusiones de la encuesta dadas por su director el señor James Cobble dice:

“Los católicos han acaparado toda la atención por parte de los medios de comunicación, pero el problema es aún mayor en el interior de las iglesias protestantes, simplemente a causa de su número mucho mayor”

A pesar que ya para el 2011 el porcentaje de católicos en los Estados Unidos superaba en 10% al de los protestantes: 35% contra 25%, el número de las iglesias protestantes seguía siendo absolutamente desproporcionado: 350,000 de ellas contra 19,500 católicas.

Desde 1993 un promedio del 1% de las iglesias protestantes encuestadas reportó anualmente casos de abuso sexual contra un menor, es decir 3,500 acusaciones al año o 70 semanales, de estas solo el 21% prosperaron en un juicio o en arreglos fuera de la corte.

En el periódico Los Angeles Times del 25 de marzo del 2002 se habla de una encuesta realizada entre los bautistas en 1993. Dicho estudio descubrió que el 14% de los ministros habían tenido alguna conducta sexual impropia y el 70% dijo conocer a algún de ellos que la tuvo.

El profesor de historia de la Universidad de Pensilvania, Philip Jenkins y miembro de la iglesia Episcopal, en su libro “The New Anti-Catholicism: The Last Acceptable Prejudice” (El nuevo anticatolicismo: El último prejuicio aceptable) dice:

“La diferencia entre la actitud de los medios (contra la Iglesia católica) hace difícil comparar los abusos con otras denominaciones protestantes. Pero no es difícil encontrar numerosos escándalos en todo el espectro de las denominaciones protestantes que con frecuencia involucran a altos miembros de su iglesia.

Algunos de los peores casos de abuso repetido por clérigos se han referido a ministros bautistas y pentecostales, en vez de sacerdotes católicos. Cada denominación cristiana ha tenido su lista de abusos. Esta pesadilla, además de afectar a los católicos, ha afectado a protestantes, judíos, mormones, testigos de Jehová, budistas y hasta devotos de Hare Krisna.”

Como se puede apreciar, el matrimonio no es la cura para esta problemática. Una persona adicta a tener relaciones sexuales con un menor, las mantendrá aun teniendo una pareja. Una persona con este tipo de enfermedad tendrá muy bajas probabilidades de mantener un matrimonio estable.

El Profesor Philip Jenkins[5] dice en su libro “Pedofilia y sacerdotes: anatomía de una crisis contemporánea”:

“Mi investigación de los casos reportados durante los últimos 20 años no revelan evidencias de que el clero católico o cualquier otro clero célibe sea más propenso a involucrarse en conductas inapropiadas o en abusos que el clero de cualquier otra denominación, o incluso que los laicos. Sin embargo, ciertos medios de noticias ven el asunto como una crisis del celibato, aseveración que sencillamente no tiene fundamento“.

Los sacerdotes católicos

“A cualquiera que haga caer en pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que lo hundieran en lo profundo del mar con una gran piedra de molino atada al cuello. ¡Qué malo es para el mundo que haya tantas incitaciones al pecado! Tiene que haberlas, pero ¡ay del hombre que haga pecar a los demás!” Mateo 18:6-7

En el periódico italiano Avvenire del 13 de marzo de 2010, hay una entrevista con Monseñor Charles Scicluna, promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Según monseñor Scicluna entre los años 2001-2010, se han analizado en todo el mundo 3,000 casos de sacerdotes y religiosos referentes a delitos de abusos sexuales contra menores cometidos en los últimos 50 años.

Suponiendo que todos fueran culpables y dividiéramos entre los aproximadamente 800.000[6] sacerdotes que han servido en esos 50 años, daría un 0.37% de ellos que se perdieron en su misión y violaron las leyes básicas de moralidad y decencia más elementales.

¿Qué ha pasado con el otro 99.63% que han honrado su vocación al evangelio de Cristo? ¿También ocupan los titulares de la prensa?

El 60% de estos 3,000 casos se refería a efebofilia (con adolescentes del mismo sexo), un 10% de pedofilia con niños menores de 11 años y el 30% de relaciones heterosexuales con adolescentes. El doctor Philip Jenkins estima que el 90% de los abusadores eran homosexuales, otras fuentes igualmente serias calculan este porcentaje entre el 80% y 90%.

En un 60% de todos los casos, debido a la avanzada edad y al precario estado de salud de los acusados, no hubo un proceso regular pero se dieron normas administrativas y disciplinarias tales como la obligación de no celebrar misa con fieles, ni ejercer el sacramento de la reconciliación y llevar una vida retirada y de oración. En el 20% de los casos se hizo un proceso penal y administrativo, en otro 10% de ellos, el papa los degradó y los redujo al estado laical. El restante 10% pidieron ellos mismos su retirada del sacerdocio, la cual fue aceptada inmediatamente.

Estos últimos casos, poco más de cien con acusaciones muy graves, fueron condenados por las autoridades civiles cumpliendo prisión de entre 3 y 30 años; pero hubo muchos otros casos en que los sacerdotes fueron considerados inocentes por falta de pruebas.

En enero del 2014 la Santa Sede presentó un informe a miembros de la comisión de Naciones Unidas, en calidad de miembro signatario de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, donde se registraba la expulsión y juzgamiento por tribunales eclesiásticos o administrativos de 171 sacerdotes entre el 2008 y 2009, y de 400 entre 2011 y 2012.

Muchos obispos y arzobispos no estuvieron a la altura de su misión y no supieron manejar esta situación ni se aseguraron que esos hechos no volvieran a repetirse. Varios de ellos fueron informados sobre estos abusos y no los apartaron del ministerio público ni los reportaron a la policía. En varias diócesis los obispos mandaron a los sacerdotes a tratamiento sicológico o siquiátrico pensando que así se curarían, y cuando obtenían el certificado de curación, los enviaban a otra parroquia donde seguían con sus abusos. Algunos obispos trataron de arreglar las cosas con la familia de la víctima para evitar los escándalos y para que no acudieran a la policía.

Se estima que la Iglesia católica de Estados Unidos ha pagado más de tres mil millones de dólares por estos abusos.

La respuesta de la Iglesia

El 23 de abril del 2002 el papa Juan Pablo II convocó de urgencia al Vaticano a los cardenales y obispos de los Estados Unidos, para buscar soluciones a este escándalo que recién comenzaba.

Con palabras rotundas y gesto severo, el papa Juan Pablo II advirtió a los cardenales norteamericanos y al mundo que “no hay lugar en el sacerdocio ni en la vida religiosa para quienes dañan a los jóvenes” y les pidió “reforzar las medidas para que esos errores no se repitan”. Con profundo dolor expresó: “también a mí me ha dolido profundamente el hecho de que algunos sacerdotes y religiosos hayan causado tanto sufrimiento y escándalo a los jóvenes. Debido a ese gran daño hay desconfianza en la Iglesia, y muchos se sienten ofendidos por el modo en que han actuado los responsables eclesiásticos… los abusos que han causado esta crisis son inicuos desde todo punto de vista y, con justicia, la sociedad los considera delito. Son también un pecado horrendo ante Dios. Quiero expresar a las víctimas y sus familias mi profundo sentimiento de solidaridad y mi preocupación

En respuesta, el 17 de junio del 2002 la Conferencia Episcopal Católica Estadounidense publicó una serie de normas para el manejo de sacerdotes que sean acusados de este delito. Entre su articulado podemos leer:

“Artículo 4.- Las diócesis o eparquías notificarán cualquier alegación de abuso sexual de una persona menor a las autoridades correspondientes y cooperarán en la investigación de acuerdo a las leyes de la jurisdicción local.

Artículo 5.- […] Incluso en el caso de un solo acto de abuso sexual de un menor (pasado, presente o futuro) el sacerdote o diácono ofensor será removido permanentemente del ministerio y se le ofrecerá asistencia profesional para su propia sanación”

Estas normas fueron adoptadas por la cúpula romana y se hicieron extensivas a todos los países del mundo. Todas las normas dadas por la Iglesia para responder a los abusos sexuales de menores se pueden encontrar en la página web que se ha abierto a este propósito: www.resources.va.

En la celebración eucarística de clausura del año sacerdotal, celebrada en la plaza de San Pedro el 6 de diciembre del 2010 ante unos 15,000 sacerdotes de 91 países, el papa Benedicto XVI pidió explícitamente perdón por este escándalo. Pronunció en su homilía:

“Precisamente en este año de alegría por el sacramento del sacerdocio, han salido a la luz los pecados de los sacerdotes, sobre todo el abuso a los pequeños, en el cual el sacerdocio, que lleva a cabo la solicitud de Dios por el bien del hombre, se convierte en lo contrario… Pedimos perdón insistentemente a Dios y a las personas afectadas, mientras prometemos que queremos hacer todo lo posible para que semejante abuso no vuelva a suceder jamás.”

El 7 de julio del 2014, el papa Francisco celebró una misa en su residencia del Vaticano donde asistieron seis víctimas de estos abusos. En su homilía se expresó de esta manera:

“La imagen de Pedro viendo salir a Jesús de esa sesión de terrible interrogatorio, de Pedro que se cruza la mirada con Jesús y llora. Me viene hoy al corazón en la mirada de ustedes, de tantos hombres y mujeres, niños y niñas, siento la mirada de Jesús y pido la gracia de su orar. La gracia de que la Iglesia llore y repare por sus hijos e hijas que han traicionado su misión, que han abusado de personas inocentes. Y hoy estoy agradecido a ustedes por haber venido hasta aquí. …Esta es mi angustia y el dolor por el hecho de que algunos sacerdotes y obispos hayan violado la inocencia de menores y su propia vocación sacerdotal al abusar sexualmente de ellos. Es algo más que actos reprobables. Es como un culto sacrílego porque esos chicos y esas chicas le fueron confiados al carisma sacerdotal para llevarlos a Dios, y ellos los sacrificaron al ídolo de su concupiscencia. Profanan la imagen misma de Dios a cuya imagen hemos sido creados. La infancia, sabemos todos es un tesoro. … Hoy el corazón de la Iglesia mira los ojos de Jesús en esos niños y niñas y quiere llorar. Pide la gracia de llorar ante los execrables actos de abuso perpetrados contra menores. Actos que han dejado cicatrices para toda la vida. … Para estas familias ofrezco mis sentimientos de amor y de dolor. … Los pecados de abuso sexual contra menores por parte del clero tienen un efecto virulento en la fe y en la esperanza en Dios. …Ante Dios y su pueblo expreso mi dolor por los pecados y crímenes graves de abusos sexuales cometidos por el clero contra ustedes y humildemente pido perdón. También les pido perdón por los pecados de omisión por partes de líderes de la Iglesia que no han respondido adecuadamente a las denuncias de abuso presentadas por familiares y por aquellos que fueron víctimas del abuso, esto lleva todavía a un sufrimiento adicional a quienes habían sido abusados y puso en peligro a otros menores que estaban en situación de riesgo… No hay lugar en el ministerio de la Iglesia para aquellos que cometen estos abusos, y me comprometo a no tolerar el daño infligido a un menor por parte de nadie, independientemente de su estado clerical. Todos los obispos deben ejercer sus oficios de pastores con sumo cuidado para salvaguardar la protección de menores y rendirán cuentas de esta responsabilidad”

El 10 de junio del 2015, el papa Francisco introdujo el delito de ‘abuso de oficio episcopal’ en el Código de Derecho Canónico, que se refiere al comportamiento de los obispos que hayan ignorado o que no hayan dado un seguimiento adecuado a las denuncias de abusos sexuales por parte de los religiosos, y creó un tribunal específico para juzgar a miembros de la Iglesia que hayan incurrido en este delito. A partir de este momento, estos religiosos serán juzgados por una sección paralela y especializada pero que dependerá de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el dicasterio[7] que se encarga, entre otras cosas, de juzgar también los delitos de pedofilia.

Es innegable que los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco han actuado de una u otra manera para evitar que se repitan estos lamentables actos. ¿Puede la jerarquía católica hacer más por combatir este flagelo? Siempre habrá espacio para hacer más. Aunque todas las medidas serán insuficientes para erradicar este mal, porque en últimas siempre estará de por medio el libre albedrío del sacerdote. El hecho que la prensa continúe sacando a la luz casos de hace treinta o cuarenta años, no desvirtúa la acción de la Iglesia en el combate de este problema.

Nosotros los católicos debemos orar mucho por nuestros sacerdotes para que su debilidad humana no engruese el grupo de aquellos que como Judas, traicionan al Señor con sus decisiones equivocadas.

“Por aquellos días, Jesús se fue a un cerro a orar, y pasó toda la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a quienes llamó apóstoles.” Lucas 6:12-13

Si Jesús, siendo quien era, después de orar toda la noche escogió a los que quiso, y uno de ellos lo traicionó, no nos debería sorprender que sigan habiendo “Judas” entre las filas de Cristo, siempre los han habido y los habrá. Esta problemática no vicia el propósito de la Iglesia ni la razón por la cual Jesús la fundó. Solo resalta el hecho de que cualquier institución conformada por hombres, sea de carácter religioso o no, se impregnará de una u otra forma de la fragilidad del hombre que la conforma.

La carta del padre Martin Lasarte

Hasta ahora la Iglesia de forma oficial, nunca le ha pedido a los medios un balance informativo ni que corrija su visión del problema: el de hacerle creer a su público que estos abusos son exclusivos de la Iglesia católica y que es lo único que vale la pena mencionar de ella.

En un intento por lograr que la prensa destaque las labores de esa otra inmensa mayoría de sacerdotes que se han mantenido fieles a su voto de amor al Señor, el padre uruguayo Martin Lasarte de la orden salesiana, envió una carta en abril del 2010 al diario New York Times que dice lo siguiente[8]:

“Querido hermano y hermana periodista:

Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

Me da un gran dolor por el profundo mal que personas que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.

Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… Ciertamente ¡todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta odio.

¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en Moxico mediante el único puesto médico en 90,000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110,000 niños […]No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15,000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU. No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio. Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que más de 60,000 de los 400,000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos… o sobre todo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años.

No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve. La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura…

Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento ofendido.

Sólo le pido amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión.

En Cristo,

  1. Martín Lasarte sdb”

La carta no fue publicada ni contestada por el periódico, sin embargo tuvo una alta circulación por las redes sociales, lo que permitió que muchas personas de diferentes partes del mundo la leyeran y le dejaran saber al padre Lasarte su respaldo a la misiva.

Como el mismo padre Lasarte dice en entrevista concedida a la revista Enfoques Positivos, del grupo universitario San Ignacio de Loyola en Argentina: “…quizás ya desde los tiempos de Jesús, se manifiestan situaciones que la Iglesia va a tratar de mejorar, hay muchos elementos verdaderos para mejorar. Pero lo cierto es que si bien existen esas situaciones, se olvida que frente a un elemento negativo, objetivo y verdadero que hay que mejorar, hay una inmensidad de cosas que en los cuatro puntos de la tierra, está haciendo la Iglesia, a través de laicos y voluntarios y sacerdotes, y que parece que no es noticia.”. Unamos nuestra posición a la de este sacerdote que nos ofrece una visión más equilibrada, en la que no podemos negar ni ocultar los problemas que causan algunos miembros de nuestra Iglesia, pero tampoco ignorando las obras buenas y constructivas de la inmensa mayoría de sus integrantes.

 

 

 


[1] Reunión del Consejo de Derechos humanos de la ONU en Ginebra el 30 de setiembre del 2009.

[2]http://www2.ed.gov/rschstat/research/pubs/misconductreview/report.pdf

[3] En el año 2000 se realizó el estudio más grande en Inglaterra sobre este tema por los doctores Pat Cawson, Corinne Wattam, Sue Brooker y Graham Kelly y concluyen que el 0.3% de los jóvenes entre los 18 y 24 años de edad habían sufrido un ataque físico sexual no deseado de parte de algún sacerdote, líder religioso, profesor o superior de trabajo. (http://www.nspcc.org.uk/Inform/publications/downloads/childmaltreatmentintheukexecsummary_wdf48006.pdf)

[4] Editorial especializada en asesoría impositiva y legal que trabaja al servicio de más de 75,000 congregaciones y 1,000 agencias religiosas en los Estados Unidos.

[5] Profesor de Historia y Estudios Religiosos de la Universidad de Pensilvania.

[6] Consultar la tabla “El Clero y sus Ministros” en el capítulo XVII.

[7] Denominación que se utiliza para referirse a los organismos especializados de la Curia Romana.

[8] Esta carta fue publicada en muchos portales de internet y fue incluida en el libro La Iglesia Católica y el Abuso Sexual de Menores del padre Ángel Peña O.A.R., Nihil Obstat y el padre Ignacio Reinares, Vicario Provincial del Perú, con Imprimátur de Monseñor José Carmelo Martínez.

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