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SÉPTIMA TESIS: ¿LOS ENEMIGOS DE JESÚS ROBARON EL CUERPO?

El robo del cadáver por parte de los enemigos de Jesús fue la única posibilidad que se le cruzó por la cabeza a María Magdalena de semejante atrevimiento: «Y ellos le dijeron [los ángeles]: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto» . La lógica nos indica que los enemigos del Señor no pudieron ser los autores de tamaño sacrilegio, ya que ellos eran los menos interesados en que fuera a haber alguna razón que permitiera pensar que era cierto el rumor de que Jesús habría de resucitar al tercer día. Recordemos las palabras que le dirigieron los jefes de los sacerdotes a Pilato aquel viernes por la tarde «Por eso, mande usted asegurar el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos y roben el cuerpo, y después digan a la gente que ha resucitado. En tal caso, la última mentira [que resucitaría] sería peor que la primera [su autoproclamación de ser el Mesías].» . Por eso, además de sellar la tumba con la cara de su anillo convencieron al gobernador que dispusiera de un escuadrón de soldados para custodiar la tumba. Los guardias no supieron dar una explicación a lo que había acontecido y les tocó acudir al sanedrín a pedir ayuda que los librara de las posibles consecuencias de haber fracasado en la facilísima tarea de cuidar que un muerto no se moviera de su lugar. Había una explicación que dar y ellos sencillamente no la tenían: «Ustedes digan que durante la noche, mientras ustedes dormían, los discípulos de Jesús vinieron y robaron el cuerpo.» . Esta lectura no nos debe sugerir que todos los soldados dormían a la misma hora, como si la labor de vigilancia solo tuviera vigencia durante el día. En su engaño ellos debían auto incriminarse de un grave delito: haberse quedado dormidos durante la guardia. Recordemos que el castigo era el de ser azotados en público hasta que desfallecieran (ver cuarta evidencia de este capítulo), así que el soborno tuvo que haber sido demasiado grande como para que justificara las consecuencias que podían sufrir si el gobernador se enteraba: «Y dieron mucho dinero a los soldados» . Si el gobernador se hubiera enterado y ellos daban la coartada por la que los sumos sacerdotes les habían pagado, la furia de Pilato se habría hecho sentir sobre ellos, ya que su versión no resistía la más mínima lógica. Si se habían quedado «todos» dormidos ¿cómo podían entonces culpar a los discípulos del robo del cadáver de Jesús? ¿Cómo podían señalar al ladrón? Y si no se habían quedado dormidos ¿cómo permitieron el robo? Con cualquier versión les iba tremendamente mal, su única salvación era que sus superiores nos les pidieran cuentas de su misión, y así conservar su salud para disfrutar del dinero mal habido. Varios días después de aquel domingo de resurrección, Pedro dio su primer discurso a los judíos y a los gentiles en una plaza pública y les explicó las Escrituras , les hizo referencia a las profecías que hablaban del Mesías y les recordó especialmente que estaba profetizado que el Mesías no se quedaría en el sepulcro ni su cuerpo se descompondría y les aseguró que él y los demás apóstoles eran testigos de la resurrección del Maestro. La respuesta a las palabras de Pedro fue abrumadora, nos dicen las Escrituras que ese mismo día se convirtieron y se hicieron bautizar «unas tres mil personas». Si los enemigos de Jesús tuvieran en su poder el cadáver del Maestro ¿no era este el lugar y momento perfecto para desmentir a los discípulos acerca de ésta supuesta resurrección? ¿No era esta una oportunidad de oro para desenmascarar a esos embusteros y haber arrojado el cadáver en medio de la plaza para dejarlos en ridículo y así exterminar de una vez y por siempre esa incipiente iglesia que se estaba empezando a formar? La resurrección del Mesías era la base de esa iglesia que por mandato de Jesús empezaron a edificar, así que, desmentida la resurrección, se acababa el cristianismo en ese mismo momento. Si los enemigos de Jesús se hubieran robado el cuerpo de esa tumba, ¿dónde lo pusieron? ¿Existiría mejor lugar para retener a un muerto que una tumba protegida por un escuadrón de guardias del ejército más poderoso del mundo de aquel entonces y que además había sido sellada por el representante del Cesar? Si lo sacaron de ese lugar para hacerles creer a sus discípulos que en verdad había resucitado solamente para luego burlarse de ellos y exhibir su cadáver en el mejor momento, ¿por qué eso nunca ocurrió? Es claro entonces que podemos eliminar de la lista a los enemigos; nada les hacía más daño que el cuerpo desapareciera.

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