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¿Jesús tuvo hermanos?

Este tema ha sido la causa de interminables discusiones entre católicos y no católicos. Desafortunadamente la gran mayoría de los católicos solo han encontrado como argumentación la misma respuesta que usan para otros temas: “La Iglesia nos enseña que María no tuvo más hijos y punto”. Los no católicos responden: “Pero si la misma Biblia los menciona” y citan Mateo 12:47, Mateo 13:55, Marcos 3:31-35, Marcos 6:3, Lucas 8:20, Juan 2:12, Juan 7:3-10, Hechos 1:14, 1 Corintios 9:5 o Gálatas 1:19 donde se mencionan a unos hermanos de Jesús.

Este es un debate que no encontraría combustible entre dos judíos, ya que ellos tendrían claro el significado de la palabra hermano en los contextos señalados en los citados pasajes bíblicos. Pero como muy seguramente usted vive en occidente y los defensores de la afirmación que esos hermanos mencionados en la Biblia son familiares de sangre de Jesús, son igualmente occidentales, veamos algunas razones que nos ayudarán a establecer con certeza que María no tuvo más hijos.

No olvidemos que basados en la interpretación literal de las Sagradas Escrituras, que es donde se fundamenta dicho argumento, tampoco hay en ninguna parte que María hubiera tenido más hijos. En la Biblia no hay mención alguna a “los hijos de María”.

En el capítulo anterior expuse una serie de argumentos que nos permiten afirmar que María no tenía ningún deseo de tener relaciones con su futuro esposo, ellos habían acordado llevar un matrimonio célibe, no temporalmente sino permanentemente. Sabían que su unión estaba reservada para algo especial, así que nada nos permite pensar que hubo el advenimiento de un hijo posterior al de Jesús; adicionalmente podemos agregar otros argumentos que nos ayudan a sustentar este tema.

Jesús entrega su madre a Juan

El hecho que José, padre putativo de Jesús, nunca aparezca mencionado en los evangelios durante el apostolado de Jesús, es una indicación clara de que él ya había fallecido para ese momento. En el libro “La Sombra del Padre” Jan Dobraczynski ubica esta muerte al poco tiempo del episodio de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo cuando tenía doce años.

Fuera a esta corta edad o más adelante, lo cierto es que al momento del apostolado de Jesús y más específico, cuando ocurrió su muerte, José ya había fallecido, es decir que María era viuda al momento de la crucifixión de su hijo.

Las viudas pasaban en la mayoría de los casos a descender al rango más bajo de la escala social ya que por su incapacidad para trabajar, perdían rápidamente cualquier propiedad que tuvieran al no poder hacerse cargo de las deudas contraídas por su esposo.

En el libro del Deuteronomio 25:5-10, en el libro del Levítico 21:14 y en el libro de Ezequiel 44:22 están las normas que regulan el segundo matrimonio de una viuda, el libro del Deuteronomio 16:11, 24:19-22 y 26:12, establece que el sustento de ella debe depender de la caridad de la comunidad.

En Marcos 12:44 encontramos a Jesús haciendo referencia a la ofrenda de la viuda, como una proveniente de la más pobre de los pobres, por su condición de abandono, de ahí que encontremos legítima la preocupación de Jesús en sus últimas horas de vida, de dejar a su madre bajo la protección de su discípulo amado:

“Cuando Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre:

—Mujer, ahí tienes a tu hijo.

Luego le dijo al discípulo:

—Ahí tienes a tu madre.

Desde entonces, ese discípulo la recibió en su casa.” Juan 19:26-27.

En la sociedad judía de la época la mujer debía pertenecer a alguien. De pequeña era su padre quien ostentaba su “propiedad”, más tarde su esposo y si enviudaba sería alguno de sus hijos el que tomaría esa responsabilidad.

Es por esta razón que en numerosos pasajes bíblicos encontramos los nombres de las mujeres indicando que son esposas de tal persona[1]. En caso de extrema soltería se le “asociaba” con su ciudad natal como ocurre con María Magdalena, llamada así por ser oriunda de la región de Magdala, ciudad localizada al occidente del lago de Tiberíades.

Sí María hubiese tenido más hijos, Jesús no tendría necesidad de dejar a su madre encargada al discípulo Juan, sino que alguno de sus supuestos hijos se hubiera hecho cargo de ella, o si Jesús hubiera tenido más hermanos, cualquiera de ellos habría asumido esta responsabilidad y no una persona fuera de la familia, como lo era este discípulo que ciertamente no era hijo de José ni de María:

“Un poco más adelante, Jesús vio a Santiago y a su hermano Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca arreglando las redes.” Marcos 1:19.

“La madre de los hijos de Zebedeo, junto con sus hijos, se acercó a Jesús y se arrodilló delante de él para pedirle un favor.” Mateo 20:20

José no cometería adulterio

En el libro de Isaías 7:14 leemos:

“Por eso el Señor mismo os dará un signo. Mirad, la doncella quedará encinta y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel.”.

El profeta Oseas en el capítulo segundo, nos narra en forma muy cruda cómo Dios hace de la idolatría un símil con el adulterio, y describe lo despreciable que era este pecado entre el pueblo judío, llama prostituta a esa mujer casada que tiene relaciones con otro hombre diferente a su marido.

Con un lenguaje no menos duro, el profeta Jeremías en el capítulo quinto, también hace la comparación de la adúltera con la prostituta.

En el capítulo veinte del libro del Levítico y en el veintidós del Deuteronomio encontramos toda una serie de castigos para los hombres y mujeres casados que cometieran el pecado del adulterio.

Nunca en la historia de nuestra salvación, se había dado una relación más profunda entre Dios y un ser humano, como lo fue con María la madre de Jesús, la relación de ella con la Santísima Trinidad, nos lleva a pronunciar las palabras de San Francisco de Asís:

“Santa María Virgen, no hay ninguna igual a ti, nacida en el mundo, entre las mujeres; hija y esclava del altísimo Rey, el Padre celeste, Madre del Santísimo Señor nuestro Jesucristo, esposa del Espíritu Santo; ruega por nosotros”.

Este concepto de María esposa del Espíritu Santo, de ninguna manera es una novedad traída por el santo de Asís, era ya del dominio de José, inmerso en una pesada tradición judía donde los hijos solo se tenían con el esposo.

Ese “hágase conmigo conforme a tu palabra.” la unió en una relación de entrega tan profunda con el Espíritu Santo que se hizo su “esclava”. Así que José, llamado por los evangelios un hombre justo, sabía que de llegar a tener relaciones con María, estaría cometiendo pecado de adulterio en contra del Espíritu Santo que había concebido a Jesús, haciéndolo su esposo.

Los parentescos en la Biblia

Los evangelistas Mateo y Lucas nos hacen una narración del nacimiento de Jesús; pero sobre todo, nos dejan claro que sus padres eran José y María[2]. Este hecho es corroborado en varios pasajes bíblicos donde la gente del pueblo lo identifica como el hijo del carpintero José[3] y María.

Si para los que conocían a Jesús era bien familiar el nombre de sus padres, ¿cómo es que en Mateo 9:27, Mateo 15:22, Mateo 20:30-31, Mateo 21:9-15, Marcos 10:47-48 y Lucas 18:38-39, la gente lo llama “hijo de David”? ¿Entonces interpretaremos de manera literal el término hermano, pero de manera figurativa el término hijo?

La respuesta a esta aparente contradicción la encontramos en el hecho que los judíos de esa época eran una sociedad tribal. Es decir, grupos de familias —en el término occidental— que se mantenían unidas por el fuerte vínculo de la sangre, uniendo sus esfuerzos en la búsqueda del bien común de todos sus miembros, asegurando su protección y seguridad. El miembro más relevante o más anciano tomaba el lugar del padre de la tribu, todos los demás eran vistos como sus hijos y por consiguiente, hermanos entre ellos.

En el caso que nos ocupa, donde Jesús es llamado hijo de David, es en referencia a esa tribu liderada por el rey David, todos los descendientes de su linaje eran considerados hermanos entre sí.

En el Antiguo Testamento podemos ver cómo el término “hermano” es usado para determinar una relación de parentesco entre los miembros de la tribu que expliqué en el punto anterior, ya que el hebreo al ser un lenguaje escaso de palabras descriptivas, no tiene “hermano” entre ellas. Cuándo querían describir a una persona como hermano de sangre, se referían a él en términos de “hijo de su madre” o “hijo de su padre”: “Y alzando José sus ojos vio a Benjamín su hermano, hijo de su madre, y dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me hablasteis?” Génesis 43:29, o “Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por mujer.” Génesis 20:12.

En Génesis 12:5 dice “Al encaminarse hacia la tierra de Canaán, Abram se llevó a su esposa Saray, a su sobrino Lot,…” Y en Génesis 14:12 dice: “Y como Lot, el sobrino de Abram,…”. Sin embargo en ese mismo libro Abram llama a Lot su hermano, en referencia a ese vínculo de unión tribal entre ellos: “Abram le dijo entonces a Lot: No debe haber altercados entre nosotros dos, ni entre mis pastores y los tuyos, pues somos hermanos”. No estamos ante un aparente error o si acaso una contradicción, sino ante una realidad social del pueblo hebreo.

Igual sucede cuando leemos en la primera carta de Pedro 5:13: “Saludos de parte de la que está en Babilonia, escogida como ustedes, y también de mi hijo Marcos.”, acá el Apóstol Pedro está hablando de Marcos el evangelista. En el libro de los Hechos de los Apóstoles encontramos que no es su hijo:

“Entonces Pedro volvió en sí y se dijo: «Ahora estoy completamente seguro de que el Señor ha enviado a su ángel para librarme del poder de Herodes y de todo lo que el pueblo judío esperaba.» Cuando cayó en cuenta de esto, fue a casa de María, la madre de Juan, apodado Marcos, donde muchas personas estaban reunidas orando.” Hechos 12:11-12

Otro ejemplo lo encontramos entre Jacob y su tío Labán. En Génesis 29:10 queda claro que Labán era el tío de Jacob “Y sucedió que cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán hermano de su madre, y las ovejas de Labán el hermano de su madre, se acercó Jacob y removió la piedra de la boca del pozo, y abrevó el rebaño de Labán hermano de su madre.”, sin embargo más adelante Labán llama a Jacob su hermano “Entonces dijo Labán a Jacob: ¿Por ser tú mi hermano, me servirás de balde? Dime cuál será tu salario.” (Génesis 29:15)

Jesús hace una aclaración

En uno de esos pasajes que se menciona a los hermanos de Jesús, podemos leer:

“Todavía estaba Jesús hablando a la gente, cuando acudieron su madre y sus hermanos, que deseaban hablar con él. Como se quedaron fuera, alguien avisó a Jesús:

—Tu madre y tus hermanos están ahí fuera, y quieren hablar contigo.

Pero él contestó al que le llevó el aviso:

— ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?

Entonces, señalando a sus discípulos, dijo:

—Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.” Mateo 12:46-50

Sí estos hermanos a los que alude el pasaje, fueran familiares de sangre de Jesús, ¿No sería acaso ésta una escena totalmente normal en la vida de un hombre público como Jesús? ¿Por qué Jesús hubiera tenido que hacer aclaración alguna?

Es claro que Jesús está usando la palabra “hermano” en sentido figurado y no en un sentido carnal, por ello vemos que en Juan 20:17 Jesús llama a sus apóstoles “hermanos”.

Medio hermanos de Jesús

Desde hace muchos siglos se extendió la historia que los supuestos hermanos de Jesús, eran hijos de un matrimonio anterior de José, así que ellos eran en realidad medio hermanos. De esta forma explicaron el término “hermano” en los referidos pasajes bíblicos sin mancillar la virginidad de María.

En el evangelio de Marcos, en uno de los pasajes en los que se mencionan estos supuestos hermanos de Jesús, se lee:

“¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros? Y no tenían fe en él.” Marcos 6:3

En occidente ha sido común la práctica de darles a los hijos varones el mismo nombre de su padre, y para diferenciarlos agregan la palabra “junior”, o el ordinal “segundo” o “tercero” al final del nombre del menor.

Esto nunca, e incluso hasta nuestros días, ha sido una práctica judía. Al hijo le ponen el nombre de un antepasado de la familia que deseen honrar[4], en algunos casos le cambian una letra o le adicionan un acento, o le agregan otro nombre al nombre del padre, pero no usan exactamente el mismo nombre.

Así que este hermano de Jesús llamado José, no puede ser hijo de José el padre de Jesús, ya que llevan exactamente el mismo nombre.

Respecto a Santiago, san Pablo nos aclara que este hermano de Jesús es uno de los apóstoles “Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, aunque sí a Santiago el hermano del Señor.”(Gálatas 1:19).

En la lista de los apóstoles según el evangelio de Mateo hay dos Santiagos:

“Éstos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado también Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el que cobraba impuestos para Roma; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el cananeo, y Judas Iscariote, que después traicionó a Jesús.” Mateo 10:2-4

Vemos que ninguno de los padres de los dos Santiagos es José, el de uno es Zebedeo y el del otro es Alfeo.

 

 


[1] Jueces 4:4, 2 Samuel 11:2-4, 1 Reyes 9:16, 2 Crónicas 32:22, Lucas 8:3, Juan 19:25, etc.

[2] Lucas 2:1-6. Mateo 1:18-25.

[3] Mateo 13:55. Marcos 6:3.

[4] Entre los judíos de origen europeos (Ashkenazim) el nombre del familiar ha de corresponder con el de un familiar ya fallecido, mientras que para los demás (Sefaradim) el familiar ha de estar vivo.

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