Contáctame

¿Cómo razonar el misterio de la encarnación de Jesús?

Este gran misterio, que toma forma en lo que conocemos como la Anunciación, es el comienzo de ese hermoso viaje del nacimiento de nuestro Salvador. Él tomó forma humana para habitar entre nosotros.

Los evangelios de Mateo y Lucas nos cuentan este grandioso suceso, sin embargo, este último lo hace con más detalles:

“Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Entrando el ángel a donde ella estaba, dijo:

— ¡Salve, llena de gracia! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.

Pero ella, cuando lo vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería ésta. Entonces el ángel le dijo:

—María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin.

Entonces María preguntó al ángel:

— ¿Cómo será esto?, pues no conozco varón.

Respondiendo el ángel, le dijo:

—El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios. Y he aquí también tu parienta Elizabeth, la que llamaban estéril, ha concebido hijo en su vejez y éste es el sexto mes para ella, pues nada hay imposible para Dios.

Entonces María dijo:

—Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.

Y el ángel se fue de su presencia.” Lucas 1:26-38

En este texto el evangelista utiliza una palabra clave y es preciso explicar su significado, en especial en el contexto histórico del autor; en el libro “Usos y costumbres de las tierras bíblicas” de Fred H. Wight, en el capítulo concerniente a las costumbres matrimoniales se aclara el significado de estar “desposado”:

“Los desposorios se celebraban de la siguiente manera: Las familias del novio y de la novia se reunían con algunas otras que servían de testigos. El joven daba a la joven ya un anillo de oro o algún otro artículo de valor, o simplemente un documento en el que le prometía casarse con ella. Entonces él le decía: “Veis por este anillo (o esta señal) que tú estás reservada para mí, de acuerdo con la ley de Moisés y de Israel”.

Respecto a la diferencia entre el desposorio y el matrimonio, este mismo libro nos lo esclarece:

“Los desposorios no eran lo mismo que el matrimonio. Por lo menos pasaba un año entre uno y otro. Estos dos eventos no deben confundirse. La ley dice: “¿Y quién se ha desposado con mujer y no la ha tomado?” (Deuteronomio. 20:7). Estos dos eventos se diferencian: desposar a una esposa, y tomarla, es decir, en matrimonio efectivo. Era durante este período de un año, entre el desposorio y el matrimonio, que María se halló haber concebido un hijo por el Espíritu Santo (Mateo. 1:18)”.

Hasta ahora tenemos claro que José y María eran lo que hoy día llamaríamos novios y que se encontraban bajo un contrato llamado desposorio —lo que hoy diríamos que es estar comprometidos— por eso los evangelistas dicen que María estaba “desposada con un varón que se llamaba José” Lucas. 1:26, que los obligaba a casarse en una fecha no mayor al año siguiente de haber celebrado dicho contrato.

Si bien es cierto que en aquella época la escogencia de la esposa era prerrogativa de los padres del futuro esposo, también es cierto que se daban los casos en que era el hombre el que escogía a su esposa, aun en contra de la voluntad de sus padres. (Génesis 26:34-35)

En el libro de Jan Dobraczynski, “La sombra del Padre”, el autor nos recrea de manera exquisita la forma en que José y María se conocieron y enamoraron, así que esta relación, fruto del amor y que contaba con la aprobación de sus padres, fue un poco fuera de lo común, aunque no extraña del todo, a la costumbre de la época, y no podría serlo de otra manera. En la primera carta de Juan 4:28, leemos: “… Dios es Amor”. Sería entonces inconcebible que el hijo de Dios hubiera nacido en un hogar que no fuera fruto del amor entre los esposos.

Una predicción

Asumamos por un momento que una familia tiene una hija bastante joven que no está en edad de casarse; yo le digo a sus padres que les voy a predecir el futuro: —“¡Pronto su hija quedará embarazada!”—. Seguramente ellos responderán algo así: — “Imposible, ella está muy joven y ni siquiera tiene novio” —.

Otra familia tiene una hija mucho mayor y después de un largo noviazgo ha decidido contraer nupcias en una fecha determinada. Ya sus familiares y amigos han recibido las invitaciones para la boda.

Haciendo la misma predicción a sus padres, les digo: —“¡Pronto su hija quedará embarazada!”—. Seguramente ellos dirán algo así: —“Naturalmente que sí, con el favor de Dios, eso es lo que todos esperamos que pase” —.

La situación de María era la misma que la de esta segunda pareja.

Podríamos hacernos las siguientes preguntas: ¿Por qué María se sorprende ante la predicción que le hace el ángel Gabriel de que quedará embarazada? ¿Por qué María no encontró natural esta profecía, si ya ella estaba desposada con José y en poco menos de un año estarían casados?

Siguiendo este mismo análisis ¿Por qué María no contestó: ¡Claro!, eso es lo que esperamos que pase, ya que estoy próxima a casarme con mi novio José?

Por el contrario, da a entender que eso no puede ser posible.

Las escrituras no nos dan en forma directa la respuesta a este interrogante tal y como estamos acostumbrados, pero es válido concluir que por alguna razón desconocida María[1] habría pactado con José un matrimonio célibe[2], un matrimonio sin relaciones sexuales entre ellos, ya en sus corazones y en sus mentes, había una firme decisión de no consumar esa unión.

La palabra “conocer” no traduce lo que la mayoría de personas podría pensar, “No conozco un buen restaurante cercano”, “No conozco a esa persona”; Génesis 4:1 nos ayuda a entender este significado: “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín”, conocer en la Biblia hace referencia al máximo conocimiento sobre una persona: la íntima, equivale a esa relación íntima de pareja, este es el “no conozco” de María, porque en una interpretación apurada, ella sí conocía a un varón llamado José, pero no lo conocía en esta interpretación de relación íntima que la condujera a recibir la noticia del ángel de forma natural y esperada.

De esta forma, las palabras de María “no conozco varón” es un presente que traspasa el futuro, es decir que expresa un hábito, un modo de vivir comenzando en el pasado, pero con la voluntad de conservarlo en el presente y de extenderlo hasta el futuro. Sería como cuando yo digo “no fumo”, “no bebo”, “no uso drogas”, son frases que expresan un hábito y transmiten mi estilo de vida.

Es por esa firme decisión[3] que había en su corazón, que ella se atreve a decirle al ángel que ese embarazo no puede ser posible, a lo que él le responde: “…El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra…” Lucas 1:35.

Es decir que podemos estar seguros de que los Evangelios nos narran la historia de la encarnación tal y como sucedió, porque de los evangelistas haberla “acomodado” para darle el carácter divino a la escena, la pregunta que hizo María no hubiera sido necesaria.

El voto de castidad en el pueblo judío

Algunas personas contra argumentan el voto de castidad de María, citando el mandato divino de “Creced y multiplicaos”, más que en varios pasajes del Antiguo Testamento encontramos que el no casarse era considerado una desgracia, como nos lo refiere el profeta Jeremías:

“«Tampoco entres en una casa donde haya un banquete, a sentarte con ellos a comer y beber. Porque yo, el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, declaro: Yo haré que terminen en este país los cantos de fiesta y alegría, y los cantos de bodas. Esto pasará en sus propios días, y ustedes mismos lo verán.» Cuando comuniques al pueblo este mensaje, te van a preguntar: “¿Por qué ha ordenado el Señor contra nosotros este mal tan grande? ¿Qué mal hemos hecho? ¿Qué pecado hemos cometido contra el Señor nuestro Dios?”” 16:8-10.

Igualmente, otros pasajes nos dejan saber que la esterilidad era señal de desgracia ante Dios:

“Cuando Elcaná ofrecía el sacrificio, daba su ración correspondiente a Peniná y a todos los hijos e hijas de ella, pero a Ana le daba una ración especial, porque la amaba mucho, a pesar de que el Señor le había impedido tener hijos. Por esto Peniná, que era su rival, la molestaba y se burlaba de ella, humillándola porque el Señor la había hecho estéril.” 1 Samuel 1:4-6

Por estas razones y otras similares, encuentran imposible la posibilidad que una judía tomara la decisión de no unirse a hombre alguno, ya que con ello desobedecería la orden del Señor.

Pero la decisión de María, si bien es cierto no era muy común, tampoco era del todo una novedad para el pueblo judío. Al profeta Jeremías, Dios le manda que no se case ni que tenga hijos (Jeremías 16:1-2). En grandísima estima, el pueblo judío tuvo a Judith por sus obras y por su férrea disciplina en la oración y ayuno. Mujer hermosa, educada y adinerada, rechazó numerosos pretendientes y mantuvo su viudez hasta los ciento cinco años (Judith 8:1-8). La profetiza Ana que se encontró con María cuando fueron a presentar al niño Jesús en el templo, al igual que Judith que vivió pocos años casada y enviudó, conservó ese estado por ochenta y cuatro años, para dedicarse de lleno a la oración y al ayuno (Lucas 2:36-38).

Los esenios fueron un movimiento judío, establecido desde mediados del siglo II a.C. —tras la guerra de los macabeos contra los griegos— hasta el siglo I d.C. que se concentraron principalmente en la región de Judea. Varios historiadores antiguos escribieron sobre este pueblo: Filón de Alejandría (45 d.C.), Flavio Josefo (finales del siglo I d.C.) y Plinio el Viejo (77 d.C.), este último escribió una enciclopedia de 37 libros titulada “Naturalis Historia”. En el quinto volumen se puede leer una de las características de estos esenios:

“Es un pueblo único en su género y admirable en el mundo entero más que ningún otro: no tiene mujeres, ha renunciado enteramente al amor, carece de dinero, es amigo de las palmeras. Día tras día renace en número igual, gracias a la multitud de los recién llegados. En efecto, afluyen en gran número los que, cansados de las vicisitudes de la fortuna, orientan su vida a la adopción de sus costumbres. Y así, durante miles de siglos, hay un pueblo eterno en el cual no nace nadie: tan fecundo es para ellos el arrepentimiento que tienen los otros de la vida pasada […]” Numeral 15.73.

De los esenios se conformó otro movimiento llamado los terapeutas. Filón de Alejandría en la obra “Vida Contemplativa” habla sobre las mujeres que se unen al grupo:

“son vírgenes de edad avanzada, que no han observado la castidad por imposición, como cierto número de sacerdotisas griegas, sino por libre elección, atraídas por un deseo vehemente de la sabiduría, según la cual intentan modelar su vida. Han renunciado a los placeres del cuerpo, han perseguido no el deseo de una descendencia mortal, sino el de otra inmortal, que solamente el alma amada por Dios puede engendrar” Numeral 68.

Muy bien pudo María, “llena de gracia”, imitar alguno de los estilos de vida de estas comunidades, al encontrarlas ajustadas a las Sagradas Escrituras.

 

 


[1] El Concilio Vaticano II declara en su Lumen Gentium, 56: “(María fue) dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante”, razón por la cual el ángel la llama “llena de gracia”.

[2] Ya en el Antiguo Testamento encontramos como Dios le había dado a Moisés normas que regían la vida de una persona que decidiera hacer un voto especial de consagración al Señor. Ver Números 6:1-21.

[3] Números 30:3-4 nos instruye de la manera en que una persona se obligaba a cumplir un voto que hubiera expresado a su padre, como el que hizo María de pequeña: “Cuando una joven, que todavía viva en casa de su padre, haga un voto al Señor y se comprometa en algo, si su padre se entera de su voto y de su compromiso pero no le dice nada, entonces ella estará obligada a cumplir con todos sus votos y promesas.”

Privacy Settings
We use cookies to enhance your experience while using our website. If you are using our Services via a browser you can restrict, block or remove cookies through your web browser settings. We also use content and scripts from third parties that may use tracking technologies. You can selectively provide your consent below to allow such third party embeds. For complete information about the cookies we use, data we collect and how we process them, please check our Privacy Policy
Youtube
Consent to display content from Youtube
Vimeo
Consent to display content from Vimeo
Google Maps
Consent to display content from Google
Spotify
Consent to display content from Spotify
Sound Cloud
Consent to display content from Sound
Cart Overview